¡¡Desechables!!Muestra
Despreciado y desechado.
Comúnmente desechamos lo que no tiene valor y puede ser reemplazable, aquello que consideramos que sirve para un solo uso, y al hacerlo lo botamos a la basura. Aunque este concepto está errado, lo hacemos porque es más fácil y no nos cuesta mucho, es decir, un vaso plástico puede ser reutilizado más de una vez, si lo lavas, secas y guardas puedes volver a utilizarlo en otra ocasión, pero al ver estos vasos, el usuario sabe que puede desecharlo una vez que consuma lo que contiene, y luego va a parar a la papelera, pues en cualquier lado conseguiremos otro, aunque aún funcione, lo desechamos porque ya no lo necesitamos más, de hecho, muchas personas lo doblan lo arrojan al piso, o algún rincón, y no pensamos en toda la industrialización junto al esfuerzo de la mano de obra tras ese vaso.
El Señor Jesús, fue el caso más grande que un ser humano haya experimentado de ser desechado por quienes amó. El libro de Isaías muchos años antes profetizó en el cap. 53:3: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto, y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos”, y es que en los tiempos que Dios envió a su único Hijo, el propio pueblo judío no lo recibió como el Mesías prometido, al contrario, lo despreciaron, fue odiado, pero usado por muchos para tener sanidad o cualquier favor, más allí en la cruz, herido por nuestras rebeliones y molido por nuestros pecados, fue menospreciado por aquellos que recibieron algo de Él, por aquellos a quienes vino a salvar dando su vida por ellos.
Hoy, no somos distintos, tenemos la facilidad de ir al Padre por medio del sacrificio de nuestro amado Jesús, pero solo lo hacemos cuando lo “necesitamos” según nuestra agenda, para un solo uso, cuando estamos en problemas, o tenemos una necesidad, y venimos a Él como cuál lámpara mágica de Aladino donde creemos que la frotamos y saldrá Jesús diciéndonos: “TE CONCEDERÉ 3 DESEOS”. Usamos a Dios como algo desechable, que una vez que ya tenemos lo que deseamos o queremos, lo dejamos a un lado, así como también, lo desechamos si no nos concede el deseo que pedimos.
Dios, en cambio jamás nos desecha, aunque hayamos tantos vasos en este mundo, unos vasos de honra, otros de deshonra, unos buenos, otros malos, a ninguno nos arroja a la basura, es tanto su amor por nosotros que a pesar nuestros errores y fallas sigue extendiendo sus brazos para tomarnos en sus manos, y si estamos rotos como un vaso viejo, Él, como buen alfarero es capaz de hacernos nuevos como le dijo al profeta Jeremías en el cap. 18:4: “Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla".
Muchos pensamos que como hemos fallado tanto, Dios nos ha desechado, pero te diré algo que Dios hizo con mi vida cuando muchos me desecharon, pensando que por mis errores ya no merecía el amor de Dios ni su perdón, pensaba que Él me había desechado, pero a través de ángeles enviados a mi vida, me enseñó en su palabra que “SU GRACIA ES MAYOR”, cuando me senté de nuevo en su mesa, aquel día que me invitó de nuevo y me dijo, a mí no me importa lo que hayas hecho, eres mi hijo amado y quiero cenar contigo, entendí su gran amor por mí, aprendí cuál es mi valor para Él que salió a buscarme de nuevo dejando las otras 99 en el redil, allí pude ver la gracia de Dios en mi vida, aun con todos mis errores, Él no me desechó, soy producto de su gracia y amor, y me ha permitido escribir hoy en día para ayudar a muchos y contarles de su misericordia.
Dios no te ha desechado, aunque tú lo hayas desechado a Él o a otras personas que puso en tu vida, Él te invita hoy a su mesa, hará contigo lo que el Rey David hizo con mefiboset, el hijo de su amigo amado Jonatán, quien había sido desechado por toda una sociedad, siendo heredero por sangre al trono de Israel, este personaje dice la palabra que se sentía como un “perro muerto”, sin valor, lisiado, tirado en las calles cuál mendigo, de la noche a la mañana, El Rey extiende su favor hacia su vida, le trae al palacio, lo baña, afeita su barba, corta su cabello, le coloca el más delicioso perfume, lo viste de ropas reales, y lo sienta a comer en su mesa junto a sus otros hijos. Dios hoy te dice, te pondré ropas nuevas, te traeré a mi palacio, te sentaré a mi mesa, y cenaré contigo, a pesar de tus errores y a pesar de que todos te hayan desechado, para mí eres valioso, eres mi hijo, eres mi hija.
Cuánto te ama el Señor.
Dios te Bendiga.
Jann Quintero
Acerca de este Plan
¿Alguna vez te has sentido sin valor? ¿Te han tratado como a alguien sin importancia? A muchos de nosotros, en diversos momentos de nuestras vidas nos han tratado así. Hay personas que comenzaron a tratarte como una vajilla costosa de porcelana y terminaron tirándote a la papelera como un vaso desechable. En los próximos 3 días estudiaremos en la Palabra cómo superar estos momentos que quizás estés viviendo.
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Nos gustaría agradecer a Jann Luis Quintero por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelacruz.com