A los Pies de JesúsMuestra

Cuando una persona está concentrada viendo una película, es muy probable de que no se de cuenta de lo que sucede a su alrededor. Escuchar música puede distraerte de lo que está rodeándote. ¿Por qué? Porque tus sentidos y atención están enfocados en aquello que te gusta y atrae. En este caso, María estaba totalmente concentrada en la mirada y palabras de Jesús; nada y nadie más era importante para ella: solamente quería escuchar y obedecer a Cristo.

María había abandonado las actividades que, aunque no eran malas, la podían distraer de invertir su tiempo escuchando a Jesús. En pocas palabras, María no estaba disponible para ayudar en aquel preciso momento. Por supuesto, esto molestó a Marta; su hermana menor no la estaba ayudando a cuidar y servir a los invitados. Por lo tanto, Marta llega y presenta su queja: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude». Ya que María estaba sentada a los pies de Jesús, es seguro decir que ella escuchó a su hermana, Marta, quejándose sobre ella, pero María quedó callada. Su prioridad no era escuchar lo que su hermana tenía que decir sobre ella, sino lo que Jesús tenía que decir sobre ella.

Generalmente, cuando una persona presenta una queja sobre nosotros en público, tenemos dos frases de defensa: “A mí dime las cosas de frente y no en público” o “¿qué hice mal?”. En el caso de María no leemos que ella le haya respondido a su hermana; no presentó defensa alguna. Mientras que Marta dio la oportunidad de iniciar un conflicto entre hermanas, María no le respondió con un mal, sino que mansamente la escuchó, pero mantuvo el silencio y la calma.