Un Nuevo ComienzoMuestra

El pasado es enseñanza, nunca permanencia

Muchas veces vivimos atados al pasado, a aquellas experiencias vividas, a las decisiones tomadas (o dejadas de tomar), a los traumas de nuestra niñez, a lo que quisimos ser pero no lo conseguimos. Tenemos remordimientos por acciones y palabras dichas que ya no es posible borrar, vivimos con una sensación permanente de culpa, desesperanza y angustia, es un dolor y un vacío imborrable que deseamos llenar a cualquier costo. Por eso vemos vidas destruidas con drogas, sexo ilícito, relaciones impropias y todo tipo de conductas que lo único que conseguirán será nuestra destrucción física, emocional y espiritual. Para estas personas que viven en su pasado, el dolor es tan real como si la situación que lo provocó hubiese sucedido ayer, el daño es tan grande que no han sido capaces de perdonar, siguen sintiendo temor, rencor y desconfianza.

¿Acaso hay esperanza para superar estos sentimientos y pensamientos? La respuesta es contundente: Sí la hay. Cuando el Señor Jesús fue clavado en la cruz, no sólo cargó con los pecados de toda la humanidad, sino que nos regaló verdadera libertad, nos regaló la posibilidad de aprender que por medio de nuestro amargo pasado, podemos brindar ayuda a otros que igualmente están atados y no encuentran una salida. Su gracia nos otorgó la hermosa transformación que tanto anhelamos, se hace real que nuestro lamento ha sido cambiado en baile y que podemos ahora experimentar la paz que sobrepasa todo entendimiento.

Es Jesucristo el que convierte lo doloroso en enseñanza y hasta en bendición, porque para muchos, será ese pasado lleno de tristeza el que nos lleve a los pies del Padre, ahora es posible de su mano, seguir adelante, no permanecer en el desierto árido de lo vivido. Decide en este momento romper con su ayuda las cadenas de tu alma.

ORACIÓN

Señor Jesús, he permanecido atado a mi pasado por mucho tiempo, me he estancando en el dolor y en el rencor, mas ahora decido creerte. Tu sacrificio de amor renueva mi esperanza, te pido que traigas libertad a mi alma abatida y ayúdame a apreciar el gozo y la paz que solamente tu gracia puede traer a mi vida. Amén.