Caminando en El EspírituMuestra
Esa nube o columna de fuego que en los tiempos del Antiguo Testamento caminaba con el pueblo del Señor ascendió al cielo una vez que Israel se estableció en la tierra prometida y construyeron el templo de adoración y sacrificios de gratitud al Dios Todopoderoso.
Lo interesante es descubrir que esa nube envuelta en fuego descendió siglos después en forma de lenguas de fuego en el Aposento Alto en Jerusalén. El Espíritu Santo, el mismo Espíritu que se posaba sobre el tabernáculo en el desierto, bajó y se posó sobre 120 adoradores que se habían reunido en el Aposento Alto después de la ascensión de Jesucristo a los cielos (Hechos 2:1-5).
La palabra griega para “lenguas” significa “totalmente distribuida”. En resumen, esta nube de fuego se había dividido y se asentó sobre cada persona en el Aposento Alto. Luego, las llamas llenaron los cuerpos de las personas, simbolizando la presencia del Espíritu Santo en quienes lo recibieron.
Hasta este punto, los seguidores de Jesús estaban “en el Espíritu”, con el Espíritu Santo viviendo dentro de ellos. Sin embargo, una cosa es tener al Espíritu habitando dentro de ti, y otra cosa muy diferente es vivir en total sumisión al Espíritu. Muchos de ellos ese día, incluyendo a Pedro, Juan, Esteban y Santiago, se rindieron por completo a la llenura del Espíritu Santo en ellos. Otros, sin embargo, con el correr del tiempo volvieron a sus vidas rutinarias, amaron a Dios, pero no le permitieron al Espíritu Santo usarlos de la forma que Dios quería.
El punto es que podemos estar llenos del Espíritu Santo, pero eso no quiere decir que estemos caminando en obediencia a su guía y permitiendo que nos gobierne. ¿Cómo descubres esto? Es la pregunta. Bueno, hay cosas que sabes que el Señor quiere que hagas, como visitar a enfermos, ayudar a los necesitados, correr ciertos riesgos, etc. Pero, en el fondo, tú te dices para ti mismo: “Esto no encaja conmigo”. Ayudar a esta persona, ni de riesgos, piensas. Visitar a los presos ¡No puede ser, son corruptos! Crees. En fin, son esas cosas que se salen de tu confort, que sabes te pide el Espíritu Santo realizar, pero finalmente, decides no hacer nada.
En este punto es necesario que sepas que ni Dios, ni el Espíritu Santo, ni Jesús te dejarán de amar o bendecir, pero seguirás siendo un cristiano promedio. Perdiéndote el privilegio de haber sido usado por Dios con fines que ni te imaginas. La aplicación práctica para nosotros, quienes amamos a Jesús, es saber que Dios nos sigue invitando a seguir la nube y la columna de fuego del Espíritu Santo que mora en nuestro interior.
Recuerda la instrucción del Apóstol Pablo al comenzar estas reflexiones: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25). Podemos estar llenos del Espíritu Santo, orar y cantar en el Espíritu, o experimentar manifestaciones del Espíritu, pero aún así debemos comprometernos a obedecer sus órdenes. Si no esperamos su dirección en todas las cosas, simplemente no estamos caminando verdaderamente en el Espíritu.
Ok, ya entendí, a lo mejor estás pensando, ¿cómo hago entonces para caminar en el Espíritu? Tal vez quieras saber. Haz tuya esta oración: <<Amado Dios, pon en mí tanto tu querer como el hacer por medio de tu Espíritu Santo, porque yo estoy dispuesto a obedecer, amén>> (Filipenses 2:13). Como ves la respuesta es tan sencilla como la pregunta. Desear de corazón ser obediente en este aspecto y no silenciar la voz del Espíritu Santo. Verás, Él pondrá en ti pequeñas impresiones a obedecer y, a medida que obedezcas, el Espíritu Santo te guiará a un mayor impacto de su obra y mover en ti.
Según Pablo, caminar en el Espíritu comienza cuando damos un “sí divino” confiado y obedecemos sin cuestionamientos a la dirección de Dios, porque creemos que todo obrará para bien, en la voluntad de Dios. Pero también hay una salvedad, “Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:6-7). Es decir que tu determinación y firmeza para caminar en el Espíritu se sostenga a pesar de las tormentas de la vida, las circunstancias que nos rodeen, etc. Es decir, que “Tú, sí, sí quiero, sea sí... a pesar de".
El mismo Pablo nos da ejemplo de esto, a pesar de privaciones, enfermedades, escasez, peligros en la ciudad, en el camino, de afuera, de adentro, de hermanos, de enemigos, Pablo siempre hasta el día de su muerte caminó en el Espíritu.
¿Qué tal tú? ¿Crees poder rendirte y comprometerte de esta forma?
Por, JCC y Equipo TopCristianos
En TopCristianos esperamos que este plan devocional haya sido de bendición para tu vida, queremos que sepas que alrededor del mundo hay un grupo de personas orando por ti y por tu crecimiento espiritual porque creemos que, ¡eres una bendición!
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Escrituras
Acerca de este Plan
Las Escrituras aseguran que el Espíritu Santo habita, reside, mora en todos aquellos que confiesan a Cristo como Señor y Salvador. En otras palabras, el Espíritu reclama nuestros cuerpos como su lugar de domicilio. Cuando Él llega a nuestra vida, desea acomodarse cómoda y plácidamente en nuestro corazón, y desde allí, hacer florecer la vida de Cristo en ti y en mí.
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