¿Cuál Debe Ser Mi Prioridad Financiera?Muestra

Busca el reino de Dios

Como cristianos, podemos estar seguros de que Dios nos dará sabiduría cuando sea necesario para tomar decisiones financieras. Al mismo tiempo, nuestros corazones necesitan estar en el lugar correcto. Como hijos de Dios, debemos centrarnos en su reino. Las prioridades financieras de Dios deben ser nuestras prioridades financieras.

En los Evangelios, Jesús habló de las dificultades y preocupaciones financieras. Dijo que mientras vivamos en este mundo, necesitaríamos comida para comer y ropa para usar. Nos preocuparíamos por dónde vivir y cómo proveeríamos para nuestras familias. El Señor reconoció la legitimidad de tales necesidades. Sin embargo, animó a sus discípulos a no perseguir primeramente estas cosas, sino más bien al reino de Dios. Cuando buscamos primero el reino de Dios y su justicia, Dios proporcionará todo lo que necesitamos para vivir en este mundo.

En esta vida terrenal, todos tienen preocupaciones financieras. Todos queremos proveer para nosotros y nuestras familias. Algunas personas valoran ciertas cosas sobre otras, pero todo el mundo tiene necesidades materiales similares en cuanto a comida, ropa y vivienda. Lo que este mundo no reconoce como importante es el avance del Evangelio. Esa es una preocupación exclusivamente cristiana. Solo los cristianos toman su dinero ganado con tanto esfuerzo y lo invierten en cosas celestiales. Por lo tanto, dar al Señor debe ser la prioridad de todo creyente. Esta es la forma en que reconocemos a Dios como el propietario y el proveedor de todo lo que tenemos. Así es como obedecemos la Palabra de Dios, poniendo nuestros tesoros en el cielo e invirtiendo en cosas eternas.

La Biblia dice a los creyentes que no fijen su corazón en las cosas terrenales, sino en las cosas celestiales. Para tomar las decisiones financieras correctas en esta vida, debemos asegurarnos de que las prioridades de Dios sean nuestras prioridades. Cuando nos preocupamos por lo que concierne a Dios, podemos confiar que él nos cuida. Debemos planear nuestra ofrenda al Señor como parte de nuestro presupuesto. Al mismo tiempo, tenemos que dar lo dispuesto. No debería ser algo por lo que sintamos presión externa para hacer. Nuestra ofrenda debe venir de nuestro corazón, de nuestro deseo de glorificar y honrar a Dios con nuestras vidas. La Biblia dice que Dios ama al dador alegre. También recompensa a aquellos que lo buscan diligentemente.