Búsqueda Desesperada Del Corazón De DiosMuestra

«La bienaventuranza es guardar sus testimonios»

El versículo dos del Salmo 119, continúa enfatizando el andar del individuo que vimos en el primer versículo. Guardar los testimonios de Dios es lo mismo que andar en la ley de Jehová. Recuerde que a lo largo de este salmo hallaremos diversos sinónimos de la Biblia. Aquí, los testimonios de Dios son la misma cosa que su ley. La Biblia contiene los «testimonios» de la naturaleza de Dios. La ley no es un conjunto de prohibiciones que Dios inventó en su tiempo libre para mantener a la humanidad ocupada. La ley, es sencillamente la expresión de la santidad de la naturaleza de Dios.

La poesía hebrea sigue un concepto conocido como paralelismo, mientras que la poesía en castellano sigue la rima y la métrica. El paralelismo consiste en expresar palabras, frases o pensamientos paralelos uno junto al otro para contrastarlos, complementarlos e instruirnos. Tal como los diferentes nombres que recibe Dios en la Biblia, sirven para instruirnos en cuanto a las muchas facetas del carácter de Dios.

«Andar» en la ley es mucho más que «hablar» de la ley y que «conocer» acerca de ella. Muchas personas tienen una mina intelectual de información sobre la Biblia. Algunos hasta disfrutan hablar acerca de la Biblia. Pero son pocos los que verdaderamente viven lo que dice la Biblia.

La felicidad entonces, resulta de guardar sus testimonios. Esto contradice la fibra del pensamiento moderno. Consideramos que una vida moderada es demasiado limitante. Un método radical y contemporáneo de crianza de los hijos enseña a los padres a poner a sus hijos pequeños en una habitación sin barreras, sin siquiera una cuna. El ser humano sencillamente no puede ver la obvia conclusión que tal tipo de ideas es la fuente de la anarquía que hoy vive nuestra sociedad.

El verdadero amor tiene fronteras y la verdadera felicidad consiste en vivir dentro de las fronteras de ese amor. Jamás olvidaré la vez que estaba aconsejando a una joven, quien era la hija de un oficial de la fuerza aérea. Había vivido en muchos lugares, sin importar en dónde estuviera, siempre lograba meterse en problemas serios. A los dieciocho años, ya no quedaban muchas cosas que no hubiera intentado. Pocas veces he visto un espíritu tan rebelde como el de ella.

Pregunté qué la motivaba a hacer tales cosas. Ella me miró directo a los ojos y dijo: «Tan sólo una vez quisiera que mi papá me dijera: 'No'». Sus padres, habían provisto bienes materiales, pero nunca se había sentido segura de su amor. Ellos no se habían preocupado lo suficiente como para fijarle límites con el fin de protegerla.