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“...Dios nos eligió… para estar en su presencia, santos y sin mancha…”, Efesios 1:4, BLA.

En el original se usa El Olam (Dios eterno, que todo lo sabe siempre), aparece Kadosh o Hagious (santo, es decir, que somos solo de Él) y la palabra irreprensible (sin puertas abiertas al diablo por el pecado).

Efesios puede ser resumida en tres ideas:

1) La posición en Cristo, totalmente exaltada a nivel espiritual. Esto significa fuerza, autoridad, victoria, poder. En definitiva, respaldo sobrenatural (Efesios 1:3).

2) Andar como es digno (Efesios 4:1).

3) Firmes contra los engaños del diablo (Efesios 6:11). Solo podemos estar firmes si entendemos nuestra posición y andamos como es digno.

Lo que Dios quiere para cada creyente, lo anhela para la iglesia:“…a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni nada semejante”, Efesios 5:27, VRV.

¿Por qué hablamos de santidad? ¿Será porque entendemos un poco el mundo espiritual?

La santidad y la gloria son inseparables. El paso anterior para que ambas se manifiesten es la “limpieza”.

La santidad produce muchísimos efectos en el ámbito espiritual. Cuando elegimos la santidad llevamos gloria al Señor (se le borra la sonrisa al diablo, pero Dios está feliz por el andar digno de sus hijos). Judas 1:24:“…toda la gloria sea para Dios, quien es poderoso… para llevarlos sin mancha y con gran alegría a su gloriosa presencia”, NTV.