Mensajes indirectos

Juan 13: 22 - TCB

Los discípulos se miraban mutuamente y estaban inquietos acerca de quién hablaba.

Hay formas de comunicarse con los demás, a través del lenguaje verbal, no verbal, de forma directa e indirecta. Entre esas clases de comunicación interpretamos los gestos, como un fruncido de las cejas, un guiño, un parpadeo, etc. tales dan un mensaje.

Es interesante que en la última cena del Señor Jesús con sus discípulos también encontramos estos tipos de comunicaciones, cuando Jesús declara que alguien lo traicionará. Las miradas se cruzan, todos se inquietan, tratando de encontrar quien sería tal persona; sin embargo, hay miradas cruzadas entre dos participantes de la cena, mensajes indirectos entre Jesús y Judas.

Antes de la cena, Judas había planificado la entrega de Jesús ante las autoridades judías. Podemos deducir que en su mente lo tenía todo planificado, el plan parecía perfecto, nadie deducía lo que estaba armando, pero se olvidó un detalle: Jesús conocía profundamente lo que había en cada corazón.

Desde el primer día que Jesús lo eligió, sabía lo que iba a pasar con Judas, sobre su labor en el ministerio, su desenvolvimiento y su posible traición, conocía sus debilidades, y sus posibles tentaciones a ceder. A pesar de saber lo que pasaría, oró por él, le enseñó, lo hizo parte de su grupo, lo hizo partícipe de una hermosa cena entre amigos, lavó sus pies, y estaba dispuesto a morir por él, no solo para cumplir el plan de Dios, sino porque al igual que a los demás, también lo amó. ¿Por qué? Porque la esencia del ministerio de Jesús se mueve por el amor sacrificial, un amor puro, que no es condicionante. Si fuera condicionante, hace tiempo lo hubiera quitado de su lado, lo hubiera expulsado. Jesús amó a Judas, no porque Judas lo amaba, sino porque Él quería amarlo, a pesar de que lo entregaría.

En Juan 13:26-27, nos da a notar que Jesús sabe el plan de Judas. El podría haberlo detenido, llamarlo a solas para hablar y hacerle cambiar de parecer. Era el maestro, podría haber dicho: Judas desiste de tu plan, pero respetó su decisión. Jesús entiende que se vio seducido a los pensamientos de Satanás, y por elección propia decidió ese camino. No actuó impulsado por una decisión determinada de los cielos, sino bajo su propia incredulidad y falta de fe en Cristo, por que no veía en Jesús el tipo de salvación que deseaba.

A pesar de eso, Jesús no pone piedra de tropiezo para que lleve a cabo su plan, sino todo lo contrario, incentiva a Judas a ejecutarlo lo más pronto posible, en el verso 27 expresa: Lo que vas hacer, hazlo de una vez…, a veces, esta frase, la entendemos como que Jesús le estaría dando permiso o autorizando. Sin embargo, no es así, tampoco es un desafío para que Judas aborte su plan o una frase de derrota ante Judas. Sino es una frase de estar preparado para cumplir con su misión, es una frase con un suspiro: ¿es lo que deseas? Hazlo, estoy listo para afrontarlo. En otras palabras, Jesús menciona a Judas un … hazlo, ya estoy preparado para lo que se me encomendó. Estoy preparado para la cárcel, para el juicio, para los insultos, para los golpes. Aunque me hayas abandonado, y no creído en mí, aun así, estoy preparado para morir por todos, inclusive por ti.

La desilusión es grande cuando alguien que amas te traiciona, porque el traicionado tendrá que sufrir acusaciones, puñaladas en el corazón, un quiebre en su interior. Día a día, en pequeñas o grandes acciones nos vemos tentados a traicionar a Dios. Y es allí, donde Jesús cruza su mirada con la nuestra, y nos dice ¿es lo que quieres? ¿estás seguro de hacerlo? Aunque cometas esa acción incorrecta, igual te sigo amando, te invitaría a mi última cena, lavaría tus pies y moriría por ti.

Abner Ariza - Perú