La JugadaEjemplo

Escrito por Cherish, 19 años, de Charlotte, NC, EE. UU.

El mundo está lleno de tentaciones, o de fuertes sentimientos para hacer cosas que van en contra de lo que Dios nos ha enseñado que es mejor. Algunos de nosotros podemos sentir la tentación de hacer trampas en los exámenes, mentir a nuestros padres o decir chismes sobre nuestros amigos. Estas tentaciones pueden causar mucha frustración y rabia. Aunque intentemos seguir las instrucciones de Dios en la Biblia, todos sentimos de vez en cuando la tentación de hacer lo contrario. La buena noticia es que Dios sabe que nos sentimos tentados de este modo. Como Dios sabía que todos experimentaríamos tentaciones, envió a Jesús para salvarnos. Por ello, no tenemos que avergonzarnos de nuestras tentaciones. Podemos cometer errores sin temor a que Dios nos castigue por nuestras faltas. Aunque Dios envió a Jesús para prometernos que no nos castigará por nuestros pecados, seguimos sufriendo consecuencias por nuestras malas acciones en este mundo, pero no tenemos que temer las consecuencias directamente de Dios.

La próxima vez que te enfrentes a tentaciones o a las consecuencias de estas, recuerda que tus acciones no cambian la forma en que Dios te ve. El amor de Dios por nosotros es más fuerte que cualquiera de nuestras tentaciones.