Cómo Encontrar La Voluntad De Dios Parte 2Muestra

«El poder de Dios siempre acompaña a su voluntad»

No queremos nada más ni nada menos que su voluntad para nuestra vida, pero, ¿por medio de qué proceso la descubrimos?

«¿Cómo?», es una pregunta crucial para la misión, y para responderla correctamente debemos establecer nuestra mentalidad. En otras palabras, la cabeza deberá dirigir tanto los pies como el corazón.

El fundamento de conocer la voluntad de Dios es creer y confiar en esta verdad:

El poder de Dios siempre acompaña a su voluntad.

Anhelamos conocer la voluntad de Dios porque instintivamente entendemos que existe una conexión entre la voluntad de Dios y su poder. Sentimos que, si podemos determinar lo que Dios quiere que hagamos y si luego seguimos su dirección, Él nos suplirá la fuerza, la fe, y el gozo que necesitamos en cada circunstancia.

Esa corazonada es correcta. Si estamos caminando en la voluntad de Dios, experimentaremos el poder de Dios. Los dos siempre van de la mano. Eso no es para decir que nunca nos cansamos ni nos desanimamos; pero con el conocimiento de su voluntad, podemos decir confiadamente: «Dios, Tú me llamaste a esto, así que sé que estás conmigo y que con tu poder vas a hacerme tener éxito». La voluntad de Dios siempre cuenta con su poder. Los dos no pueden estar separados. Van juntos como la mano y el guante, como la crema de cacahuate y la jalea.

El hecho, que el poder de Dios acompaña su voluntad remueve el temor de escucharlo y hace que la obediencia a su voluntad sea una oportunidad para confiar.

Si has confiado en Cristo como tu Salvador, entonces el Espíritu Santo vive dentro de ti. Él es el mismo poder de Dios en ti. Tu responsabilidad es poner tu confianza en ese poder. Ese, es un proceso muy distinto a tratar de dilucidar el plan de Dios por tu cuenta, luego implementarlo en tu propia fuerza y finalmente esperar hasta llegar al cielo, para ver si le agradó a Dios.

Confiamos, escuchamos y soltamos el control para que Dios pueda trabajar por medio de nosotros.

La voluntad de Dios está basada en su poder.

El poder de Dios es lo que propulsa la misión a la que nos ha llamado. Sin importar a dónde nos dirijamos, nosotros no proveemos el poder; es suyo.

El Espíritu de Dios nos propulsa.

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