La Revelación Del ReinoMuestra

«La religiosidad crea orgullo espiritual»

Los fariseos presumieron que veían, pero, ¿qué veían si estaban en contra del rey? El mayor pecado es el orgullo, la rebeldía contra el reino de Dios. La religiosidad crea orgullo espiritual que conlleva a que muchos consideren innecesario renunciar a lo que por tanto tiempo han practicado. Es más fuerte el compromiso con las normas humanas que el amor, la gracia, el nuevo pacto y el reino instaurado por Cristo, para que pueda ser manifestado a todo el mundo. Lamentablemente muchos creyentes están viendo una religión cristiana, pero no están viendo el reino de Dios. Cuando los del reino hablan de su rey, el rey está en medio de ellos, hay gente religiosa que aun viendo, les cuesta creer. Jesús dijo: «palpad, y ved»; significa vean y comprueben. 

Los carnales, quienes no son guiados por el Espíritu de Dios, tienen que ver para creer, pero los del reino creen para ver. Los carnales, desean sobresalir ellos, en su conocimiento y oratoria, pero no presentan a Cristo ni su corazón. Por eso los que creen sin ver, son bienaventurados, gozosos. Serán mejor recompensados porque son obedientes, y mueren a sí mismos para que Cristo sea manifestado en y por ellos. A Jesús le agradan los que creen sin ver. El reino será revelado a todos los que tienen un profundo interés por conocerlo, así lo estableció Jesús como prioridad en la vida de sus seguidores, cuando en Mateo 6:33 afirmó: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas».

El término «buscad», proviene del vocablo griego «zeteo», que significa buscar a fin de encontrar, búsqueda mediante pensar, encontrar al meditar y razonar, informarse acerca de algo, ambicionar, esforzarse, anhelar. La persona debe poner empeño, hacer un esfuerzo para pensar, meditar, anhelar el reino de Dios y su justicia. Pensamos, meditamos y nos esforzamos, en descubrir el reino en las Escrituras. 

Indudablemente, para entender todas las inescrutables riquezas de la gracia y gloria del Rey, como también las profundidades de la sabiduría y poder que pertenecen al Reino de Dios, se requiere de la revelación dada por el Espíritu Santo al espíritu del creyente, ya que el Reino se recibe por gracia pero se entiende por revelación.