«Una Fe Audaz», Serie Sobre El Profeta ElíasMuestra

«La gran sequía»

Durante los últimos meses de la gran sequía en Israel hubo una crisis social, económica y espiritual. La razón de la sequía se debía al descarrío del pueblo de Dios. Durante más de 585 años, la nación de Israel había sido voluble, terca y obstinada. Había vacilado como lo hacen las olas empujadas por el viento, en cuanto a su fidelidad al Señor. Una y otra vez se olvidaron del pacto de servir a Jehová y no a los dioses falsos de los pueblos vecinos. A través de los años los hijos de Israel continuaron siendo de doble ánimo; de emociones y lealtades divididas. Una y otra vez el Señor les envió jueces, profetas, sacerdotes y generales para librarlos de la destrucción, pero ellos continuaban en su mal camino.

Por mucho tiempo Dios tuvo paciencia, fue persistente y generoso. No quiero imaginarme lo que hubiese sido de Israel si el Señor los hubiera juzgado conforme a sus hechos. Por reincidir tantas veces con el mal, Dios decidió que era tiempo de hacer algo radical para que ellos prestaran atención. Fue por esa razón que a través de una declaración del profeta Elías, no llovió en la tierra de Israel durante tres años lo cual le causó gran calamidad y sufrimiento al pueblo.

Es tan fácil mirar al pueblo de Israel y juzgar su falta de fe. Sin embargo, ¿cuántas veces caemos nosotros en lo mismo? ¿Cuántas veces flaqueamos en nuestra fidelidad, somos tercos y desobedientes al llamado de Dios? Y, ¿cuántas veces Dios tiene que provocar una sequía para llamarnos la atención y acercarnos nuevamente a Él?