[Verdad y Amor] El reflejo de la verdad y el amorMuestra

Una visión de la verdad y el amor

Por su gran amor por nosotros, Dios envió a su único Hijo, Jesucristo, para que muriera en la cruz en nuestro lugar. Por solo creer en Jesús, podemos tener vida eterna, el perdón de nuestros pecados y ¡bendición tras bendición! Así de amados somos.

La verdad es que, para amar a Dios, debemos obedecer sus mandamientos. El mandamiento de Cristo es que nos amemos unos a otros. Esta es la teología que hay detrás de todo lo que escribió Juan, no solo en su Evangelio, sino también en sus tres cartas. Juan nos enseña a creer en la verdad y a caminar en la verdad, que es el amor.

En el Evangelio que escribió, Juan nos enseña cómo entrar en el Reino de Cristo. En la Primera Carta de Juan, nos insta a estar alertas porque los falsos maestros negarán a la persona de Jesucristo dentro de la Iglesia que él construyó.

La Segunda Carta de Juan es un encargo a la Iglesia para que practique el caminar en la verdad y lo exprese amándose los unos a los otros. Esta carta advierte que los que negarán la encarnación y la plena humanidad y divinidad de Jesús estarán incluso dentro de la iglesia.

La tercera carta de Juan es el encargo del Apóstol al individuo para que se regocije en la verdad y responda con amor. En los tres primeros capítulos de Apocalipsis vemos lo que sucede cuando no lo hacemos, Jesús se pone de pie ante su Iglesia, llamando a la puerta y pidiendo que le dejen entrar.

En tiempos de Juan, las nuevas generaciones se habían alejado tanto de la verdad que, en muchos sentidos, no vivían ni permanecían en ella. Esto significaba que la expresión del amor no salía dela iglesia ni de los creyentes. Vemos que, incluso en tiempos de Juan, las iglesias se habían alejado de la verdad de quién era Jesucristo; habían perdido la mayor promesa del mundo sobre el amor de Dios.

En su tercera carta, Juan nos anima a regocijarnos en la verdad y a responder con amor.

Señor, gracias por este mensaje sencillo y profundo. Por favor, ayúdanos a permanecer en la verdad de Jesucristo y a responder sacrificada y desinteresadamente con amor.