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Draft 2003 de la NBA (26 de junio de 2003)

Kyle Korver será recordado en la historia de la NBA como uno de los más grandes encestadores de larga distancia que el juego haya visto alguna vez. En ese momento, estaba clasificado entre los cinco mejores encestadores de tres puntos de todos los tiempos y al final de la temporada de 2017 todavía mantiene el récord de porcentaje de tiros de tres puntos para una sola temporada.

Extrañamente, su carrera no tuvo el inicio más auspicioso y parecía destinado a desvanecerse en las sombras. Después de todo, jugó en una oscuridad relativa en la Creighton University y pocas veces disfrutó los reflectores de los programas de baloncesto colegial más importantes.

Korver sabía que se iba a necesitar mucho para que los equipos de la NBA lo notaran. Luego, después de algunas sesiones de preparación física previas al draft que no salieron tan bien, comenzó a tener dudas. En la mañana de la graduación de Korver, su padre al despertar citó un versículo popular del Antiguo Testamento mientras oraba por su hijo.

«Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas» (Proverbios 3:5-6, NBLH).

A la mañana siguiente, la madre de Korver le dio su tarjeta de graduación a su marido para que la firmara. Dentro de la tarjeta venía impreso Proverbios 3:5-6. 

«Durante ese periodo de dos meses entre la graduación y el draft de la NBA, oré ese versículo veinte veces al día —le dijo Korver al Christian Sports Journal—. Cuando llegó el draft, apenas fui seleccionado. Era la segunda ronda y yo era la 51ª selección general de 58. Fui seleccionado durante un corte comercial. Fui seleccionado por Nueva Jersey y esa misma noche fui intercambiado con Filadelfia».

A causa del estilo de juego, y la inminente mudanza a la Costa Este, Korver inicialmente no estaba feliz de estar jugando para los 76ers. En lugar de quejarse, decidió descansar en el versículo bíblico que le había dado paz en los días anteriores al draft de la NBA.

«No siempre es el camino fácil, pero se resume en sí uno confía o no en lo que Dios ha planeado para uno —dijo Korver—. Es tan fácil ver una situación o ver una meta y desarrollar en tu mente los pasos exactos necesarios para alcanzar esa meta. Pero ese no siempre es el camino que Dios tiene para ti».