QUIÉN ES DIOS: Vengador de la Maldad y Salvador de los Fieles

"Jesús, quien nos rescata de la ira venidera" (1Tesalonicenses 1:10).

"La ira de Dios los ha alcanzado al fin" (1Tesalonicenses 2:16).

La ira puede ser algo aterrador. No es sólo una emoción de ira; sino que es una forma extrema de enojo acompañada de acciones aterradoras. Mientras que algunos pueden ver la ira como un signo de inmadurez emocional, para otros puede evocar un recuerdo aterrador de una horrenda experiencia vivida.

Por esta razón, a muchos de nosotros nos cuesta trabajo asociar la ira con Dios. Es posible que queramos distanciarnos del mensaje de "fuego consumidor y azufre" de ciertos predicadores, y atraer a la gente hacia el amor, compasión y misericordia de Dios. Sin embargo, cuando sólo nos enfocamos en algunas de las características de Dios, no obtenemos una comprensión precisa de Él. Cuando deliberadamente escogemos y adoptamos las características que nos gustan, mientras rechazamos las que no nos gustan, estamos cayendo en una forma de idolatría.

Nos guste o no: Dios tiene ira. La ira de Dios arde en contra de todo lo que se opone a su gobierno y carácter; cosas como la rebelión (2 Reyes 22:17), el pecado (Ezequiel 36:16-19) y la injusticia (Éxodo 22:21-24). Sin embargo, a diferencia de lo que podamos haber experimentado con otros aquí en la tierra, la ira de Dios siempre es recta, justa, y dada en la medida apropiada. Dios no está sentado en el cielo castigando a la gente a su antojo, como un niño con una lupa quemando hormigas con el reflejo del sol (sí, ese era yo de niño). El Salmo 103:7 nos dice que: Dios es "misericordioso y clemente es el Señor, lento para la ira y grande en misericordia".

Cuando seguimos a Jesús, reconocemos que Él es el Rey. Renunciamos a nuestros derechos y ya no vivimos de acuerdo con nuestras propias leyes morales, sino que ahora seguimos su autoridad y vivimos bajo sus leyes. Como ciudadanos de Su reino, estamos bajo Su protección y no enfrentaremos Su ira o juicio. Mientras continuamos buscando crecer en Él, continuamos experimentando Su misericordia, gracia y amor.