Solo Puedo Decir, GraciasMuestra

CAMINAR EN GRATITUD

En primer lugar, para ser conscientes de la presencia de Dios en nuestras vidas, debemos tener nuestro espíritu fuerte. Es decir menguar en nuestra carne para que podamos vencer los deseos de ignorar a Dios. Porque esta es la realidad de nuestras vidas, siempre habrá una oposición, nuestra carne no quiere buscar a Dios y este mundo busca distraerte y que te olvides de tu Creador.

Déjame que te explique mejor esto de menguar, en el último plan devocional (COMO LIBERARSE DE LA CULPA DESPÚES DE PECAR) En el capitulo 5 hay un paralelo o una comparativa de lo que quiere el Espíritu y lo que quiere la carne. Te dejo algunos de los ejemplos que puse en dicho devocional.

-La carne desea un maratón de Netflix (Vs) El Espíritu desea tiempo de oración.

-La carne desea comer tu comida favorita (Vs) El Espíritu desea ayuno.

Cuando alimentamos la carne, somos carnales, es decir buscamos satisfacer al “yo” y pensamos que todo no lo merecemos, nos volvemos ingratos, egoístas, celosos, etc. Sentimos poder y creemos que todos nos deberían agradecer por lo que hacemos y nos olvidamos por completo de Jesús. La carne se manifiesta en obras, (Gálatas 5: 19-21). Por consecuencia los frutos de la carne son MUERTE.

Al olvidarnos de que su presencia sigue ahí, nos volvemos sordos espirituales, nuestro buzón se cierra a las cartas celestiales, callamos la voz del Espíritu Santo porque queremos hacer otras cosas.

Los susurros de Dios no son para tu mal, entiende que esos pequeños susurros que le hablan a tu conciencia son los que te guardan de cometer algún error, son los que te dicen:

- “No vayas por este lugar”.

- “No deberías ir a esa fiesta”.

- “Ten cuidado con esta persona, te quiere hacer daño”.

- “Esta persona no te quiere, habla de ti a tus espaldas”.

Por el contrario, cuando alimentamos el Espíritu, somos espirituales, es decir ya no buscamos satisfacer al “yo”, ya no pensamos que merecemos algo, sino tomamos todo como un regalo del cielo, por gracia. Al pensar así, nos volvemos agradecidos con pequeñas cosas, pequeños milagros que pasan a diario en nuestras vidas.

Agradecemos por poder ver un paisaje, por poder caminar, por poder cantar, por poder oír. Es evidente que el fruto del Espíritu es diferente que al de la carne. Recuerda, el de la carne trae muerte, en cambio los dones del Fruto del Espíritu son “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23). Por consecuencia el Fruto del Espíritu es VIDA ETERNA.

Cuando caminamos en gratitud, una nueva puerta se abre. Se abre la puerta de bendición en tu vida, el Padre Celestial ve que eres una persona que agradece por lo bueno y también por lo malo, así como Job (Job 1:21).

A Dios le encanta y le saca una sonrisa ver que vives una vida de constante agradecimiento, Jesús ya sabe tu futuro, Él sabe que las pruebas que pasas no te destruirán, más bien, te formaran el corazón, moldearan tu carácter para parecerte más a Él. Para que al final de tu vida, logres ser la versión que Dios soñó tiempo atrás cuando estabas en el vientre de tu madre.

ORACIÓN:

Jesús, yo se que tú siempre eres bueno, fiel y verdadero. Permíteme ser mas agradecido con todas las bendiciones que en este momento tengo, no quiero envidiar lo que tienen los demás. Si yo aún no lo tengo o no es tu plan que lo tenga es porque eso no me va a llenar. Lo que tengo en estos momentos lleva mi nombre escrito. Soy una persona millonaria porque tu presencia esta conmigo y tengo vida eterna. En el cielo están mis tesoros, los cuales no se destruirán, por lo cual yo viviré siempre agradecido con todo lo que tu tengas planeado, porque sé que al final ganamos. Te amo Padre mío. En el nombre de tu hijo Jesús he orado, amén.

En el último día de este devocional te daré algunos tips prácticos de cómo comenzar un día de constante agradecimiento con Dios y que le puedas decir a Jesús, SOLO PUEDO DECIR, GRACIAS. Con mucho amor, Cris.