Conoce el amor así: 21 días para descubrir el corazón de Dios para tiMuestra

¿A quién le importa?

Adana Wilson

Jesús les dijo a los sirvientes: «Llenen las tinajas con agua». Una vez que las tinajas estuvieron llenas, les dijo: «Ahora saquen un poco y llévenselo al maestro de ceremonias». Así que los sirvientes siguieron sus indicaciones. –Juan 2:7–8 (NTV)

Era una típica tarde de lunes en la oficina. Típica porque estaba llena de reuniones. Entonces, sentí de pronto un dolor intenso en la muñeca. Mientras escuchaba a los caballeros frente a mí, lentamente comencé a rotar mi muñeca, pero apenas podía girarla sin sentir un dolor insoportable. La tarde se convirtió en noche y el dolor solo se intensificó hasta el punto de que no podía girar la muñeca, y simplemente levantar el brazo era terriblemente doloroso. También noté que se había hinchado mucho.

Ahora bien, esto no hubiera sido tan extraordinario si me hubiera caído o quizás hubiera ganado algún tipo de reto en el que utilizara mi muñeca (fíjense que dije «ganado» porque no me gusta perder), pero ese día no había hecho nada más que sentarme en mi oficina y tener reuniones.

Después de buscar el consejo de un profesional médico (con quien casualmente estoy casada), decidimos buscar atención de urgencia esa noche. Después de un examen, radiografías, una inyección de esteroides, analgésicos y un soporte ortopédico, el veredicto fue dar seguimiento con un médico en ortopedia. Mientras estaba acostada en la cama esa noche, sin dormir mucho, dialogué con el Señor sobre el dolor que estaba sintiendo. No quería tener que buscar un ortopedista, hacer un seguimiento o descubrir qué estaba mal. Le dije: «Señor, conozco personas que están lidiando con situaciones de vida o muerte en este momento. ¡He estado orando por ellas! Entonces, poniendo las cosas en consideración, un dolor en la muñeca no es gran cosa. Pero no quiero lidiar con esto. También sé que Tú sanas y que te preocupas por lo que a mí me preocupa. ¿Me sanarás?».

Al día siguiente, mi dolor empezó a disminuir. Al segundo día ya no tenía ningún dolor. Meses después, sin dolor, sin seguimiento, sin resolverlo: ¡sanidad total en mi muñeca!

En Juan 2, Jesús y su madre asistían a una boda, pero entonces surgió un problema: se estaba acabando el vino. En la tradición judía, las bodas eran eventos de ocho días que incluían fiestas todos los días. (¡A todas las personas a las que no les gusta asistir a bodas, en la cultura actual resulta muy fácil!) y el vino era una parte muy importante de la tradición nupcial. Este vino no se parecía en nada al vino moderno (en términos de contenido alcohólico) y era fundamental para las comidas y celebraciones. En este punto de la historia, lo más probable es que solo fuera el día tres de los ocho, y María probablemente se sentía algo apenada por la familia porque era demasiado pronto en la celebración para que el vino ya se estuviera acabando (algunos comentarios dicen que María y Jesús pueden haber sido parientes de las familias de la boda).

Entonces María trae el problema a la atención de Jesús. Pero Jesús responde que no es su problema porque su tiempo aún no ha llegado. Luego, dos versículos después, rápidamente soluciona la situación haciendo su primer milagro. Convierte el agua de cántaros ceremoniales cercanos no solo en vino, sino en el mejor de los vinos para un banquete de bodas. Al final, lo que preocupaba a María, le preocupaba a Jesús.

A Jesús le importa profundamente lo que nos preocupa. Incluso aquello que no pone en peligro ni trae un cambio a nuestra vida. Quedarse sin vino en un banquete de bodas era un gran problema para María y esas familias de aquel entonces, pero no era necesariamente una amenaza a sus vidas, ni les habría afectado la vida si se les hubiera acabado. Del mismo modo, mi muñeca adolorida no puso en peligro mi vida ese día, y si Jesús no la hubiera sanado, no me habría afectado la vida. Pero ese día, al sanarme, me recordó que a Él realmente le importan las cosas que me preocupan.

Uno de mis pasajes bíblicos favoritos es Salmos 138:8, que dice: «El Señor llevará a cabo los planes que tiene para mi vida, pues tu fiel amor, oh Señor, permanece para siempre». La frase «llevará a cabo» en hebreo significa «llevar a feliz término o defender mi caso». Lo que sea que te preocupe hoy, el Señor quiere llevarlo a feliz término, o defender tu caso, no importa cuán grande o pequeño sea. Si tiene que ver contigo, es asunto de Jesús. A Él le importa lo que a ti te preocupa, así que lleva tus preocupaciones a Él.

Oración

Señor, gracias porque te importa lo que tiene que ver conmigo. Tu Palabra dice que llevarás a cabo (llevarás a feliz término o defenderás mi caso) todo lo que tiene que ver conmigo. Te pido que hagas esto por mí. Te entrego estas cosas: [nombra lo que te preocupa hoy]. Confío en que actuarás en mi nombre porque te importo. En el nombre de Jesús, amén.

Para reflexión adicional

• Anota las veces que Jesús ha sido fiel para resolver alguna inquietud que hayas tenido. Recordar los momentos en que Él ha sido fiel con nosotros nos da fe en que volverá a ser fiel.
• Pídele al Espíritu Santo que te muestre ocasiones en las que Él ha cuidado de ti y que posiblemente ni siquiera te hayas dado cuenta. (Ejemplo: un regalo inexplicable, un día libre, una vez que escuchaste la canción de adoración exacta que necesitabas ese día).
• ¿Alguna vez has sentido que el Señor no tuvo cuidado de ti? Si es así, pregúntale de qué manera cuidó de ti en esa situación. Permítele traer verdad, revelación y sanidad.

Espíritu Santo, ¿qué me dices hoy?