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Recuerda, es un regalo

Pablo nos recuerda que la gracia que recibimos es un don de Dios. No es algo que ganemos o merezcamos. Este don debe hacernos humildes y recordarnos que todos somos parte del cuerpo de Cristo. Ninguno de nosotros es más importante que otro. Todos debemos usar nuestros dones para servir a Dios y extender su reino.

Este plan devocional analizará los siete dones espirituales enumerados en Romanos 12:3-8. Sin embargo, debes saber que esta no es una lista exhaustiva puesto que se enumeran más dones espirituales en otras partes de las Escrituras.

El primer paso para descubrir nuestros dones es ser humildes. Debemos entender que nuestros dones no son de nuestra propia creación, son dados por Dios. No debemos pensar demasiado alto de nosotros mismos, sino pensar con sensatez, reconociendo que Dios ha distribuido una medida de fe a cada uno de nosotros.

Una vez que nos hemos humillado, debemos descubrir nuestros dones. Debemos estar dispuestos a ser guiados por el Espíritu y guiados por el servicio en todo lo que hacemos. No debemos enorgullecernos de nuestros dones, sino usarlos para glorificar a Dios. No confundas los talentos o habilidades naturales con los dones espirituales. Si bien alguien puede ser un excelente atleta o músico, eso no significa necesariamente que ese sea un don espiritual. Un don espiritual es algo que el Espíritu Santo nos ha dado para que lo usemos en el servicio a Dios y a su reino.

Cuando descubrimos nuestros dones espirituales, debemos usarlos para servir a Cristo y a la iglesia. Debemos estar dispuestos a hacer lo que sea necesario para servir a Dios y a su pueblo. También debemos tener cuidado de no usar nuestros dones para promover nuestra agenda o juzgar a los demás con dureza. En cambio, debemos hablar la verdad de Dios con claridad y poder, satisfacer las necesidades prácticas de los demás, explicar y aplicar la verdad de Dios a los demás, animar y motivar a otros a seguir a Cristo, dar generosamente, guiar y dirigir a otros en la voluntad de Dios, además de mostrar compasión y bondad a los necesitados.

En todo lo que hacemos, recordemos que los dones espirituales no son para nuestro beneficio, sino para el beneficio de los demás, para la gloria de Dios y para extender el reino de Dios. Procura siempre ser guiado por el Espíritu y por el servicio.