La Fe SalvaMuestra

La fe es un regalo

¿Alguna vez has recibido un regalo o le has dado un regalo a alguien? Cuando damos regalos o los recibimos, no es porque los ganemos, sino porque quien nos los da, tiene el deseo de dar. Es lo mismo con Dios, Él es generoso, amoroso y ofrece salvación a todos los que creen en Él.

En Efesios 2 leemos que somos salvos por gracia mediante la fe y que esto no es de nosotros mismos, sino un don de Dios. La salvación es un regalo que no ganamos a través de nuestras obras, sino que recibimos a través de la fe en Jesucristo. Es tan precioso que no se puede vender, intercambiar ni quitar. Su valor aumenta a medida que crecemos en nuestra relación con Dios.

Tengo un billete de veinte dólares y una moneda antigua y poco común de veinte dólares. El billete representa el salario ganado en el trabajo, mientras que la moneda me la regaló un miembro de la familia. Los salarios ganados representan el valor de mi trabajo, mientras que el regalo representa la amabilidad de ese familiar hacia mí.

Con el salario ganado y el obsequio se puede comprar la misma cantidad de artículos hasta veinte dólares, pero el obsequio tiene un valor sentimental adicional. Además, como es una moneda rara, a pesar de su valor nominal de veinte dólares, ¡ahora vale más de mil quinientos dólares!

De manera similar, el regalo de la salvación que recibimos de Dios no es algo que podamos ganar, sino que se nos da gratuitamente a través de la fe en Jesucristo. A medida que crecemos en nuestra relación con Dios, nos damos cuenta de la importancia de este regalo. Nunca querríamos regalarlo, intercambiarlo o venderlo. Es un regalo que aumenta en valor a medida que crecemos en Cristo.

Matthew Henry, un famoso escritor del siglo XVII, dijo una vez que daría cualquier cosa por la paz excepto la verdad. La paz que recibimos a través de la salvación es tan importante que debemos aferrarnos a ella con fuerza y ​​nunca dejarla ir. Pero la verdad de Dios en nuestras vidas es algo que debemos atesorar por encima de todo.

¿Estamos dando por sentado este regalo de la salvación y no entendemos plenamente su valor? ¿Estamos creciendo en nuestra relación con Dios y dándonos cuenta de lo precioso que es este regalo? No lo tomemos a la ligera, sino más bien aferrémonos con fuerza y ​​atesorémoslo siempre.