Pureza en Su PuntoMuestra

Siempre que te propongas a hacer algo sincero para Dios, no importa lo que sea, habrá consecuencias de dos tipo: buenas y malas. Buenas porque Dios va a honrarte al final, buenas porque muchos estarán de acuerdo contigo y te verán como ejemplo a seguir; y malas porque el Enemigo usará a sus instrumentos para desanimarte y hacerte caer, te pondrá trampas en el camino, pensamientos equivocados y tratará de manipular tus emociones con el objetivo de que desistas.

Pensemos despacio, los cuatro jóvenes cautivos en Babilonia se propusieron ir en contra de un sistema de doctrinas paganas, ir en contra de una nación, ir en contra de una cultura e incluso, ir en contra de ellos mismos porque, no debemos deshumanizar a los personajes bíblicos. No estamos hablando de héroes de revistas, estamos hablando de hombres de carne y huesos, con emociones y pensamientos frágiles, personas que sentían la presión que muchas veces hemos sentido cuando nuestro grupo de amigos nos insiste en algo que va en contra de Dios y su Palabra. Hombres normales con decisiones extraordinarias.

Al leer este libro de Daniel, nos topamos con pasajes muy conocidos, aprendidos en la escuela dominical, pasajes que parecen cuentos. Daniel y sus amigos, pasaron adversidades de muerte, sus vidas estuvieron en juego todo el tiempo, a pesar de ser príncipes sabios y ser hasta diez veces mejores que los demás que estaban al servicio del rey, ellos expusieron sus vidas por amor a Dios. No hubo decreto, presión, trampa o lineamiento político que les hiciera negociar sus principios, nada pudo alterar su santidad. Daniel, fue echado al foso de los leones hambrientos… por favor, meditemos en este hecho despacio. Sadrac, Mesac y Abeg-Nego fueron lanzados al horno de fuego sobrecalentado, ¿te imaginas sus pensamientos y emociones 5 segundos antes de ser lanzados? ¿imaginas lo que físicamente pudieron experimentar esos 5 segundos antes? Ellos estaban dispuestos a morir por sus ideales, por su amor a Dios, no olvidemos su estado de cautiverio que pudo haber sido excusa para darle la espalda a Dios. Pero ellos están allí, enfrentando las ultimas consecuencias, con una fe inamovible, una fe pura. Tú y yo debemos estar dispuestos a pagar el precio, debemos cultivar una fe como la de ellos, pura como el oro fino.