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Resilientes ante el abandono y el rechazo

En el tejido de las historias humanas, a menudo encontramos hilos de rechazo y dolor. Lizeth, una niña abandonada al nacer, se enfrentó al mundo con una mochila de rechazo y soledad que muchos no pueden imaginar. Su madre, en un acto desgarrador, la entregó a una enfermera al momento de su nacimiento. Creció con el amargo sabor del abandono, sintiéndose fuera de lugar y no amada. Pero en su corazón, Lizeth llevaba una chispa de resiliencia, una fuerza incansable que la impulsaba a luchar por sus sueños.

Recuerdo el día en que conocí a Lizeth, una joven decidida y valiente, decidida a superar las adversidades que la vida le había arrojado. Su espíritu resiliente, comparado con el de José en la Biblia, se manifestaba en su voluntad inquebrantable de salir adelante a pesar de las circunstancias difíciles. Como José, quien fue abandonado por sus propios hermanos y vendido como esclavo, Lizeth sabía lo que era el rechazo y la traición.

En la vida de Lizeth, como en la de José, la resiliencia se convirtió en su aliada más fuerte. Ambos enfrentaron agravios y desafíos inimaginables. Sin embargo, su historia no termina en la tristeza del rechazo; más bien, florece en la gloriosa resiliencia que los llevó a cumplir los sueños que Dios había sembrado en sus corazones.
José, a pesar de su angustia y sufrimiento, mantuvo su fe en Dios. Dios le había dado un sueño de grandeza, y a pesar de las adversidades, ese sueño se cumplió. Lizeth también llevaba sueños en su corazón, sueños de amor, de familia, de superación. Su resiliencia la llevó a construir un hogar amoroso para sus hijas, rompiendo el ciclo de abandono y desesperación que marcó su propia infancia.
Quizás en tu propia vida, hayas experimentado el frío rechazo, el dolor del desprecio y la amargura de la traición. La historia de José nos enseña que Dios puede transformar los momentos más oscuros en destellos de esperanza y victoria. La clave es abrazar la resiliencia, esa capacidad divinamente otorgada para resistir y superar, confiando en que los sueños que Dios ha sembrado en tu corazón pueden florecer incluso en medio de las circunstancias más adversas.
Hoy, en medio de tus luchas y desafíos, recuerda la historia de Lizeth y la de José. Sé resiliente. Mantén tu fe en Dios y en los sueños que Él ha plantado en tu corazón. A través de la resiliencia, encontrarás la fuerza para superar las adversidades y descubrirás que los sueños de Dios para ti son más grandes de lo que jamás imaginaste. Que tu resiliencia te lleve a la plenitud de los propósitos divinos, transformando la oscuridad en luz y el rechazo en amor

Oración

Padre, primero te agradezco que, a pesar del rechazo, del abandono y la desilusión, puedo ser fuerte, porque Tú me haces fuerte. Ayúdame a que los pensamientos del pasado no me alcancen de nuevo, sino que mi mente sea renovada en obediencia a Cristo y a tu Palabra día con día. En el nombre de tu hijo Jesús te lo pido. Amén.