PERMITIDO PERO NO CONVENIENTE

Cuando dedicamos nuestra vida al Señor, nace en nosotros una tendencia natural a rechazar el pecado. Pero, a veces el problema no es el pecado visible y obvio, sino que también lo bastante bueno, lo no necesariamente malo. Por ser algo no pecaminoso, tendemos a ser permisivos con lo “permitido”, con lo “lícito”. Simplemente, para estar advertidos y en alerta con nosotros mismos, es bueno que permanentemente reconsideremos esta posibilidad a través de preguntas sabias. A la hora de planificar nuestra vida y tomar decisiones, es necesario confrontarnos para poder enfocarnos mejor.

Ante lo “bueno y no pecaminoso” podemos hacernos preguntas tales como: “¿Lo que hago glorifica a Dios?”. “¿Esto me lleva a amar más a Dios y agradarle?”. “¿Me acerca a la comunión con los demás creyentes?“. "¿Me enfoca primeramente en el reino de Dios antes que en las añadiduras?”. “¿Me acerca al pecado o la tibieza espiritual?”. “¿Esto me hace ser diferente o parecido a los incrédulos?". “¿Estoy sirviendo con la misma pasión que antes?”, etcétera. ¡Cuidado con lo lícito!, porque puede llegar a ser algo que no nos convenga. Trabajemos para que podamos plantear nuestras vidas agradándole al Señor en todo, siendo cuidadosos aún con lo bueno.

Para la reflexión

¿Puedo hacerme las preguntas correctas para ver más allá de lo presente de manera que pueda reaccionar antes de tiempo en caso de ser necesario?

¿Estoy dispuesto a decir “no” a aquellas cosas que puedan ser inconvenientes o adopto alguna actitud de distracción en cuanto a lo prioritario?

Afirmación: “Decido vivir la vida que Dios desea para mí, velando para que las cosas que no son necesariamente pecaminosas, no sean una ocasión para dejar de hacer lo que debo hacer”.