No Huyas De Tu LlamadoMuestra

No tengo tiempo.

Esta es una de las razones principales en nuestra época por la cual muchos creyentes huyen de su llamado: La falta de tiempo. El diablo entiende la importancia que tiene el tiempo en el plan de Dios y en la vida de las personas de tal manera que busca agotárselo a todo costo.

Cuando Moises fue enviado al faraón a libertar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto una de las estrategias para hacer que el pueblo de Dios se olvidara de esas cosas fue imponerles duras y pesadas cargas, en otras palabras, mantenerlos ocupados con mucho trabajo.

Marta, hermana de Lazaro a quien el Señor Jesús resucitó después de cuatro días de muerto, un día mientras Jesús estaba de visita en su casa, se encontraba afanada y ocupada con muchos quehaceres mientras su hermana Maria estaba sentada a los pies de Jesús oyendo su palabra. Ella reclamó el porqué Maria no le ayudaba y Jesús le dijo algo como esto: las muchas cargas y afanes, el estar siempre tan ocupada te priva de invertir tiempo de calidad en lo que realmente es más importante, lo eterno.

Si eres una persona ocupada entonces eres como la mayoría de las personas que Dios llamó en las Escrituras, la realidad es que Dios nunca ha llamado vagos.

David era pastor de ovejas. Pablo hacia tiendas. Pedro era pescador. Mateo era recaudador de impuestos. Daniel era gobernante. Ninguno de estos hombres aparentemente tenía tiempo para servir a Dios, sin embargo, tuvieron el valor de obedecer al llamado del cielo para sus vidas poniendo en primer lugar la voluntad divina y en segundo todo lo demás.

No te afanes ni te cargues de actividades sin valor eterno, especialmente cuídate de las distracciones tecnológicas, pon tu vida en las manos del Padre.

Cuando estás dispuesto a responder al llamado de Dios y te pones a su disposición, créeme que las oportunidades de serle útil van a abundar, no importa si eres empresario, estudiante, empleado, ama de casa, el Señor va a usar tu vida para dar testimonio de su grandeza y de su amor. Serás su boca para hablar de su salvación, sus manos para orar y abrazar a quienes lo necesiten y su instrumento para bendecir a quienes te rodean.