La alegría que trae servir a los demás

A los religiosos parecía encantarles seguir a Jesús por la ciudad.

¿Te imaginas ser el tipo popular en una ciudad que causaba la agitación que la gente religiosa detestaba? Ese era Jesús.

En el libro de Lucas, vemos a un hombre religioso quien intenta atrapar a Jesús en sus palabras.

Le dijo:

—Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?

Este hombre pensó que ya sabía la respuesta, ya que la vida eterna formaba parte de la promesa de hacer todas las cosas que la tradición religiosa mandaba: cumplir la ley. La ley también era importante para Jesús. Él era estudiante y seguidor de la ley, y la valoraba mucho.

Antes de responder, Jesús le preguntó al hombre su opinión en el asunto.

Y el hombre citó:

«Ama al Señor tu Dios con todas tus fuerzas… Ama a tu prójimo como a ti mismo».

Jesús le respondió:

—Bien contestado. Haz eso y vivirás.

Parece sencillo, ¿verdad? El hombre respondió a la pregunta de acuerdo con lo que decía la ley. Pero luego, cuando el hombre religioso le preguntó a Jesús quién era su prójimo, Jesús enseñó una lección que enfatizaba no solo amar a Dios sino también servir a los demás. Y eso fue revolucionario.

Amar a los demás, según Jesús, era el camino hacia la alegría y una vida plena.

Jesús entonces contó una historia de un buen hombre que estaba en una tierra extranjera —un lugar que tenía una mala reputación llamado Samaria. En su viaje, este hombre vio a otro al costado del camino quien estaba desnudo y quien había sido golpeado, robado y dejado por muerto. Tanto personas adineradas como religiosas siguieron de largo. Pero el hombre extranjero se detuvo para cuidarlo. No le preguntó su nombre ni lo presionó nunca para que le explicara lo que había sucedido. Se ensució las manos, tocó sus heridas y lo cuidó sin hacer preguntas.

La alegría y la vida eterna no se tratan solo de vivir para siempre. Se tratan también de servir de una manera que perdure más allá de nuestras proprias vidas. ¿Cuántas personas pasamos por alto todos los días que podrían necesitar nuestra ayuda? La alegría que nos falta podría estar en las necesidades desatendidas de esas personas que ignoramos.

Puede que nunca sepamos el impacto que el buen hombre tuvo sobre el otro hombre al costado del camino. Pero lo que sí sabemos es que esta historia todavía se sigue contando —2.000 años después—.

Considera lo siguiente:

1. ¿Haz sentido alguna vez la alegría que trae servir a los demás?
2. ¿Qué es algo que podrías hacer o planear hacer hoy que te traería ese tipo de alegría?