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La verdad de quién soy

Los hijos son el fruto de la unión de una pareja. Forman parte de la familia, y lo ideal es que sean cuidados y dirigidos hasta que estén listos para valerse por sí mismos. Cuando un hijo es adoptado entra en esa misma posición, como si hubiera nacido de la pareja. No hay diferencia, cuenta con los mismos derechos y concesiones que cualquier otro hijo, y muchas veces con el mismo amor.

Cuando en nuestro caminar por la vida nos encontramos con Jesucristo y decidimos seguirlo, en el momento en que creemos que Él es nuestro Salvador y lo confesamos como nuestro Señor, somos hechos hijos de Dios. No éramos hijos, pero ahora lo somos y es algo de lo que el Espíritu Santo nos da testimonio en nuestro corazón.

De la misma manera que cuando se adopta a un hijo, todas las bendiciones que Dios ha preparado ahora nos pertenecen y podemos hacer uso de ellas. La Biblia nos menciona que este encuentro ya estaba en el corazón de Dios desde la fundación del mundo, no hemos tenido que ganarlo de ninguna manera, fue solamente por amor y por la obra de Jesús que Él nos ha aceptado.

Ahora somos amados, somos bendecidos y somos hijos. Esa es la manera en que los demás a nuestro alrededor deben percibirnos, y al vivir conforme a eso, podremos dar gloria a Dios y provocaremos que los demás deseen esa posición privilegiada de la que ahora gozamos.

Sabernos hijos de Dios nos da la posibilidad de acercar a otros a Él. Hemos conocido la Verdad y ahora somos libres del pecado, podemos diferenciar entre las mentiras que nos quieren atar a una vida sin esperanza y la vida victoriosa que Dios nos ofrece a través de la fe en Jesucristo. Tenemos todo lo necesario para caminar en santidad, apartados para Él, y que todos puedan ver reflejada su gloria día a día a través de nuestra vida con cada encuentro que tenemos.

Señor te doy gracias por hacerme tu hijo, por haberme amado desde antes de que te conociera y bendecirme. Te pido que tu Espíritu Santo me dé testimonio, de mi nueva identidad como hijo, para poder tener una vida que te agrade y que pueda llevar a otros a conocerte.