Un Corazón SanoMuestra

Toda herida necesita su proceso

Recuerdo que en una ocasión cuando era soltera, mientras estaba lavando los trastes en casa de mis papás se me rompió un vaso, y el costado de mi mano comenzó a sangrar. Esa herida necesitó seis puntadas y muchos cuidados los días posteriores, me impidió hacer varias cosas mientras sanaba, pero era necesario para evitar alguna infección o complicación. Hoy han pasado más de diez años e incluso yo tengo que prestar demasiada atención para encontrarla, prácticamente desapareció, pero aún esa línea difuminada en mi piel me recuerda lo que sucedió, sin embargo, hoy ya no duele. Te preguntarás a dónde quiero llegar con todo esto.

Toda herida necesita su proceso de sanidad, no es el tiempo el que cura las cosas. Pues muchas veces pasan los días, sin embargo, el dolor persiste, pero los cuidados que tengas hacia la herida marcarán la diferencia en el futuro.

El estado de nuestro corazón es demasiado importante, porque siempre será el estado de nuestra vida, por eso las heridas del pasado necesitan ser atendidas, pues Jesús quiere y puede sanar.

Mira lo que dice Isaías1:6:

“Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite".

Quiero preguntarte lo siguiente, ¿hay algo del pasado que te duele? ¿Cuando escuchas sucesos similares a lo que viviste sientes enojo, frustración o tristeza? Si respondiste sí, tu herida necesita atenderse, pues posiblemente hoy tiene una infección, pero no hay nada que Cristo no pueda sanar. Muchos se preguntan cómo comenzar, el primer paso es reconocer que hay algo que te lastimó y que necesitas que el Espíritu Santo, tu ayudador y consolador, entre en acción. Pues como seres humanos podemos aprender a vivir con el dolor, pero no se trata de acostumbrarse, sino de experimentar la libertad que Cristo nos da.