Imitadores De CristoMuestra
La importancia de cambiar
Hay personas que son muy reacias al cambio. A ellos les parece absurdo cambiar porque para qué sirve el cambio sino para trastocar lo que ya es como es. Esta actitud les impide alcanzar cosas nuevas porque desprenderse de lo que tienen, sea que funcione o no, que les sirva o no, no es algo que estén dispuestos a hacer.
Claro que cada caso es diferente y hay posturas opuestas al cambio que son totalmente comprensibles. Sin embargo, cuando hablamos de nosotros como personas, refiriéndome a cómo somos, qué pensamos, en fin todo lo relacionado a nuestro ser interior, no hay duda alguna que cambiar para mejorar, para crecer, para madurar es algo que no podemos pasar por alto.
Un cristiano tiene que cambiar, no es algo opcional. El Señor espera y requiere de sus hijos que seamos como Él y para ello, no podemos seguir siendo los mismos que éramos antes de conocerle. Al venir a Jesús, el Espíritu Santo comienza un proceso de transformación en nosotros que finalizará cuando llegue lo perfecto.
Por tanto, es bueno que de vez en cuando reflexionemos acerca de nosotros mismos y como el que se mira en un espejo, observemos con toda sinceridad cuánto hemos avanzado en nuestro crecimiento espiritual, o sea cuánto nos estamos pareciendo a Cristo. De hecho el cambio principal que debe irse dando en nosotros tiene su escenario principal en la mente. Es por ello que el apóstol Pablo nos aconseja: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Rom. 12:2
Esta renovación se va dando a medida que le vamos conociendo a través de su Palabra. En ella se nos revela y se nos enseña hacia dónde deben dirigirse nuestros pasos para hacer lo que a Dios le agrada. La Palabra de Dios es luz y a según vamos siendo iluminados por ella, nuestro entendimiento se va ensanchando y el cambio se va dando.
Es muy lamentable, que a pesar de lo que Dios nos ha revelado en su Palabra, sigamos siendo los mismos en cuanto a nuestra manera de pensar. Es tan arrogante la persona que dice: “Yo soy así como soy y Dios me entiende.” O lo que es peor, decir: “Yo soy cristiano" y permanecer viviendo “A mi manera.”
En Proverbios 4:18 se nos dice que: “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.” Esa frase denota movimiento, cambio, transformación. Ir de lo menos a lo más, de la niñez a la madurez, de la ignorancia al conocimiento, de los frutos de la carne a los frutos del Espíritu. Es ser menos nosotros mismos y ser más como Cristo.
Seamos sumisos al Espíritu Santo de Dios, sometámonos a su voluntad, y dejémonos transformar con humildad de corazón. “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.” Col.1:9-10
El Señor nos ayude a parecernos cada día más a su Amado Hijo Jesucristo.
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Agradecimiento especial al pastor Jonathan E. Riddering por su colaboración en el arte gráfico.
Acerca de este Plan
¿Es posible que podamos imitar a Cristo? ¿No estaremos siendo arrogantes ante tal pretensión? Nuestra humanidad es tan evidente que pensar en el hecho de que podemos ser imitadores de Cristo pareciera un sueño inalcanzable. No obstante, a pesar de lo extraño que pudiera parecer, esa es la voluntad de Dios para sus hijos y en este plan iremos a la Palabra para conocer esa voluntad.
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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/grettchen.figueroa