Imitadores De CristoMuestra
El ejemplo de Pablo
Pablo no solo tenía una relación íntima y personal con Aquel que lo llamó, sino que estaba también aprendiendo a ser como Él. Lo estaba mirando de cerca, le estaba conociendo, su vida y su carácter se estaban pareciendo mucho a su Maestro. De manera que, también Pablo es una de esas personas a quien debemos imitar, porque imitándole a Él estamos imitando a Cristo.
Pero, ¿Cómo es eso? ¿Cómo es posible que alguno de nosotros, pobres y débiles seres mortales, podamos de alguna manera ser modelo para otros, de todo aquello que se encierra en la figura de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo? ¿Podemos de verdad parecernos tanto a Jesús que reflejemos una vida que sea digna de imitar y que dé gloria a Dios?
Jesús nos ha expresado en la palabra su deseo de que seamos semejantes a Él y nos ha dado ejemplo para que sigamos sus pisadas. Cuando se ciñó de una toalla y se arrodillo a lavar los pies de los discípulos les dijo unas palabras que se extienden a todos los que somos sus hijos.
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.”Jn. 13:13-17
El ejemplo que Jesús nos ha dado no se limita a su lección sobre el servicio, sino que abarca todo aquello en lo cual Él quiere que le imitemos. Él es la luz, nosotros tenemos que ser luz; Él es humilde, nosotros debemos también serlo. Jesús anduvo en amor, fue obediente, compasivo, misericordioso, y muchas cosas más que podemos mencionar en una lista inacabable de virtudes y cualidades que somos llamados a imitar.
Esa es la voluntad del Padre, que seamos semejantes a su amado Hijo. La encomienda no es fácil, requiere voluntad, diligencia, entrega y una total dependencia de su gracia. Dios no nos deja solos en nuestro deseo de ser como su Hijo, y eso definitivamente es así porque solos jamás lo podremos lograr. Pero qué maravilloso es saber que es su Espíritu Santo quien nos capacita y hace en nosotros lo necesario para que podamos ser imitadores de Cristo.
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Heb. 13:20-21
Escrituras
Acerca de este Plan
¿Es posible que podamos imitar a Cristo? ¿No estaremos siendo arrogantes ante tal pretensión? Nuestra humanidad es tan evidente que pensar en el hecho de que podemos ser imitadores de Cristo pareciera un sueño inalcanzable. No obstante, a pesar de lo extraño que pudiera parecer, esa es la voluntad de Dios para sus hijos y en este plan iremos a la Palabra para conocer esa voluntad.
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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/grettchen.figueroa