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Esperanza de guía y renovación

Muchos de nosotros esperamos convertirnos en mejores personas en nuestro viaje por la vida, pero muchas veces nos quedamos atascados y nos preguntamos si vamos a llegar a algún lado. Puede que queramos ser más pacientes con los demás, pero también nos agotamos con el trabajo diario, y luego nos volvemos irritables e impacientes. Olvidamos los caminos de Jesús y a menudo nos sentimos prisioneros de una trampa. Y, sin embargo, el Espíritu Santo nos invita activamente a ser más como Jesús en todo momento. Tenemos la esperanza de aprender a escuchar la voz del Espíritu.

Cuando un amigo llora vulnerablemente ante nosotros y sentimos una profunda compasión, ese es el Espíritu Santo que nos recuerda que seamos compasivos como Jesús. Podemos aceptar esa compasión o ignorarla.

Cuando sentimos el deseo de ser bondadosos con alguien con quien no estamos de acuerdo, el Espíritu Santo nos recuerda que amemos a nuestro prójimo, al igual que Jesús. Cuando abrimos nuestros hogares para ayudar a alguien a salir adelante, el Espíritu Santo cultiva una postura de generosidad en nosotros, como la de Jesús. Toda la obra del Espíritu nos señala caminos de vida como los de Jesús.

Cuando olvidamos o no amamos a los demás como deberíamos, el Espíritu Santo despierta un nuevo interés en Jesús, que nos recuerda que regresemos a su estilo de vida. De esta manera, nunca estamos solos: el Espíritu siempre está hablando, siempre nos atrae hacia la vida de Jesús. Sabiendo esto, podemos experimentar una esperanza profunda. Por medio de su Espíritu, Jesús siempre está con nosotros, siempre nos guía, siempre nos moldea para que seamos personas que vivan como él.