Contagio espiritual (4) EuniceMuestra
Timoteo
En las cosas de Dios, existe un factor “sorpresa”. Es algo que Dios dispone en su gracia cuando ni siquiera nos damos cuenta de su magnitud y su significado. En el caso de Eunice, Dios había puesto su mirada, porque de ella iba a salir un gran hombre de Dios, modelo de discípulo, ejemplo de pastor, y es nada menos que Timoteo.
¿Habrá pensado Eunice alguna vez que su hijo iba a ser lo que terminó siendo? ¿Que iba a ser el discípulo preferido nada menos que del Apóstol Pablo? ¿Que iba a dejar un legado a millares de siervos como modelo de siervo? ¿Fíjese a qué nivel Pablo consideró a Timoteo?
“A Timoteo, mi verdadero hijo en la fe” (1 Timoteo 1:2).
“Saludos de parte de Timoteo, mi compañero de trabajo” (Romanos 16:21).
“Con este propósito les envié a Timoteo, mi amado y fiel hijo en el Señor. El les recordará mi manera de comportarme en Cristo Jesús, como enseño por todas partes y en todas las iglesias” (1 Corintios 4:17).
El hijo de Eunice llegó al más alto nivel en todo sentido. ¿Lo habrá planificado así su madre? Supongo que no. Ni lo habrá imaginado. Pero esto es lo que ha sucedido, porque así son las cosas de Dios.
La bendición generacional
Ahora bien, ¿a qué se debe tanta bendición? A pesar de que a muchos les pueda parecer una sorpresa (aunque no deja de serlo), esto responde a un principio espiritual; el ADN de la fe. Déjeme explayar un poco más del tema con la Biblia en mi mano.
Cuando Dios se presentó a Moisés en medio de una zarza ardiente, lo hizo diciendo: “Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” (Exodo 3:6). ¿Qué implicancia tenía esto de nombrar a 3 generaciones? Sucede que cuando Dios escogió a Abraham lo hizo pensando en llevar cabo un plan, lo cual debía continuar de una generación a otra. Esto explica el porqué algunos mensajes se repiten a pesar del cambio generacional.
A Abraham, Dios le había anticipado: “Te bendeciré en gran manera, y te multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar” (Génesis 22:17). “Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada” (Génesis 13:15).
Ahora bien, compare y analice las coincidencias con la bendición que recibió Isaac. “Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras” (Génesis 26:4). “Me prometió dar esta tierra a mis descendientes” (Génesis 24:7). Pero la historia no termina allí, pues Jacob recibió la misma bendición por parte de Dios. “Tú mismo afirmaste que me harías prosperar, y que mis descendientes serían tan numerosos como la arena del mar, que no se puede contar” (Génesis 32:12). “La tierra que les di a Abraham y a Isaac te la doy a ti, y también a tus descendientes” (Génesis 35:12).
¿Ha notado que hay un hilo conductor que atraviesa las 3 generaciones? En este caso, es la “tierra” de Canaán y la promesa de la multiplicación. En otras palabras, hay una bendición que viene de generaciones anteriores que quizás no nos damos cuenta de su valor, pero que obra en nosotras, y eso es justamente a lo que Pablo se refería en cuanto a Timoteo con relación a “tu fe sincera”, pues dice:
“Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido” (2 Timoteo 1:5).
Así como el ADN de la fe obraba en la vida de Abraham, Isaac y Jacob, también obró en la vida de Loida, Eunice y Timoteo, lo cual no deja de sorprendernos. Es decir, hay algo que va más allá de nosotras, una herencia espiritual que viene del pasado, un ADN de la fe que trasciende generaciones.
“Yo soy el Señor tu Dios… No tengas otros dioses además de mí. No hagas ningún ídolo… No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuado los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por 1.000 generaciones” (Deuteronomio 5:6-10, énfasis de la autora).
Así como dijo el Apóstol Pablo, ¡de eso estoy convencida! (2 Timoteo 1:5).
Acerca de este Plan
Eunice, madre de nada menos que el pastor Timoteo, hijo espiritual del Apóstol Pablo, contagió a todo su alrededor con el mensaje del Evangelio. Luego de este plan junto a la pastora Sonia Shim, usted se convertirá en la Eunice de esta generación.
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Nos gustaría agradecer a La mujer influencer por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://libreriapeniel.com/producto/contagio-espiritual/