Gracia y más GraciaMuestra

Para disfrutar de la gracia necesitamos entender que no hay nada humano que podamos hacer.

Es meditar cómo puedo disfrutar. Y JESÚS vino para acercarnos al Padre, no fue un hermano egoísta, nos enseñó cómo acercarnos y nos compartió de lo que Él es, Su esencia. Se entregó por nosotros, perdonó nuestros errores y pecados, nos dio un lugar junto a Él, y nos invita a tomar de Él, de todo lo que Él es y tiene en Su reino.

Es algo que no se puede medir, no se puede cuantificar, porque la gracia del Evangelio es grande y más excelente que la ley que nos fue dada por medio de Moisés (ya que la ley exigía reglas y requisitos). Todo era condición (hay que hacer). Tenían que hacer algo para recibir, para ser aceptados, porque bajo la ley de Moisés, el servicio a Dios no era el resultado de amor, sino de culpa y vergüenza, y el pueblo terminaba siendo descalificado, inmerecido.

Gracia sobre gracia es compasión.

La ley nos hace sentir frustrados porque es difícil alcanzar lo que exige, por eso Jesús vino a la tierra, justamente para mostrarnos que no hay nada que hacer que disfrutar el amor del Padre, la gracia del Señor Jesucristo y la comunión con Su Espíritu.

Esto es libertad, es lo que debemos anhelar y buscar. Y creo que ni eso alcanzamos muchas veces, ¿no?

- ¿Cuántas veces no nos sentimos amados?

- ¿Cuántas veces no disfrutamos la gracia y sentimos que necesitamos hacer algo?

- ¿Cuántas veces preferimos hacer otras cosas que pasar un tiempo platicando con el Espíritu, o platicarle a la amiga, al novio, esposo o Pastores en vez de sentarnos con Él y abrir nuestro corazón y escucharlo?

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén” (2 Corintios 13:14).

“Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).