EsperaréMuestra

Tienes todo lo que necesitas

Hace unos años, me encontraba en una situación inesperada. Mi esposo y yo decidimos mudarnos a otra ciudad; y la transición entre empacar y sacar lo que se necesitaba se tornó más larga de lo que hubiéramos deseado. En medio de mi frustración, con la mayoría de nuestras cosas en una bodega y tratando de pasar las últimas semanas en medio del vacío e incertidumbre, recuerdo claramente escuchar la voz de Dios diciendo: “Detente por un momento y contempla a tu alrededor”. Para mí era locura detenerme a contemplar cuando lo que tenía era dos maletas y unas cajas con ropa listas para salir, pero que al habernos retrasado se habían convertido en parte mi armario temporal. Sin embargo, lo hice, me detuve y recuerdo claramente las palabras “Soy todo lo que necesitas, tienes todo lo que necesitas”.

Mientras miraba a mi alrededor, estas palabras hacían más y más eco en mi mente; Dios es todo lo que necesito y Él está aquí. Recuerdo que comencé a escribir estas palabras para jamás olvidarlas junto con una melodía que llegó en el instante. Mis circunstancias no cambiaron, sin embargo, mi perspectiva sobre mis circunstancias sí lo hicieron. Mi anhelo de querer que todo se resolviera en un instante me llevó a pasar por alto que lo más importante ya lo tenía conmigo.

En muchas ocasiones, las circunstancias de la vida se pueden tornar tan difíciles que se puede nublar nuestra visión. Hay momentos cuando las tormentas nos pueden llevar a perder de vista a quién tenemos en frente. En la historia de Pedro, cuando se encontraba en la barca en medio de la tormenta, es muy particular ver que los discípulos vieron a alguien caminar sobre las aguas y tuvieron miedo. Estos mismos discípulos, momentos atrás, habían sido testigos de uno de los milagros más memorables que hizo Jesús al alimentar a más de 5,000 personas, y aun así, confundieron a quien tenían en frente. Es importante notar que Pedro le dice: “Señor, si eres tú ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua”. Y Jesús le dice: “Ven.” Jesús no calmó la tormenta de inmediato, simplemente le dijo: “Ven” (Mateo 14:26).

No sé cuál sea tu tormenta, no sé cuál sea tu situación. Hay tormentas que parecen más oscuras e interminables que otras, pero hoy, así como Jesús le dijo a Pedro, Él quiere tener un momento contigo; Él te está invitando a caminar sobre la tormenta, a creer que Él está allí. No permitas que las circunstancias nublen tu vista, te confundan y te impidan ver a quien tienes en frente. Recuerda que Él es todo lo que necesitas y Él está presente. Tu mirada puesta en Jesús te permite ver tu realidad desde una perspectiva diferente.