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Jesús nos da un nuevo mandamiento: amarnos unos a otros como Él nos ha amado. Esto nos invita a reflexionar sobre cómo podemos demostrar un amor incondicional hacia los demás, siguiendo el ejemplo de Jesús en nuestras interacciones diarias.

Es importante recordar que todos los seguidores de Jesús en aquel tiempo eran personas que no creían y eran pecadores, al igual que tú y yo. Si tienes dudas y preguntas, eres precisamente el mejor candidato para seguir a Jesús. Pero ¿a dónde nos lleva seguir a Jesús?

No se trata solo de ser una buena persona, tener un lugar en el cielo o librarnos de problemas. La verdadera respuesta se encuentra en aprender a amar a los demás de la manera en que Jesús nos amó. Él no nos pide que amemos a los demás según lo que merecen, sino que los amemos tal como Él nos amó.

Imagino a Jesús recordándole a Mateo el día en que lo llamó para que lo siguiera, a pesar de ser un recaudador de impuestos odiado por la sociedad. Jesús le pide a Mateo que ame a los demás de la misma manera en que fue amado por Él. Lo mismo sucede con Natanael, a quien Jesús le recuerda su primera reacción negativa hacia Nazaret. Jesús le dice a Natanael que ame a los demás con ese mismo amor incondicional.

Este amor demostrado hacia los demás será la marca distintiva que nos identificará como seguidores de Jesús. En contraste, muchas veces las religiones se enfocan en reglas y normas en lugar de relaciones. Es más fácil amar a quienes cumplen con esas reglas, pero Jesús nos llama a amar incluso a aquellos que no las siguen.

El Apóstol Pablo, que en el pasado perseguía y maltrataba a los cristianos, entendió el mensaje de Jesús y lo predicó incansablemente. En una de sus cartas, escribiendo a los colosenses, les insta a vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. Estas virtudes reflejan el amor de Dios hacia nosotros y nos invitan a tratar a los demás de la misma manera.

La tierna compasión implica sentir tristeza por el sufrimiento ajeno y buscar aliviarlo. La bondad nos impulsa a ayudar a los demás. La humildad nos permite vernos a nosotros mismos en comparación con los demás y reconocer que todos somos amados por nuestro Padre celestial. La gentileza nos anima a responder a otros desde nuestras fortalezas y debilidades, y la paciencia nos lleva a ir al ritmo de los demás, bajando nuestra velocidad para caminar a su lado.

A veces, puede parecer imposible vivir de esta manera, pero Jesús nos muestra que es posible y nos invita a tomar esa decisión diaria. Queremos ser identificados como seguidores de Jesús por la forma en que tratamos a los demás. Es importante recordar que, desafortunadamente, muchas personas han experimentado rechazo en nombre de la religión. No permitas que estas experiencias negativas te alejen de seguir a Jesús.

Por eso te pido disculpas si has conocido a personas que no se han vestido correctamente con estas virtudes. No deseches la oportunidad de seguir a Jesús por causa de los demás. Más bien, te invito a unirte a nosotros y vestirte de amor incondicional, como un acto diario. Así como el amor inmenso de Dios ha hecho una diferencia en tu vida, ese mismo amor puede hacer una diferencia a través de ti.

Reflexiona sobre estas preguntas:

• ¿Cómo puedo mostrar un amor incondicional a aquellos que me rodean, incluso a quienes considero difíciles de amar?
• ¿En qué aspectos de mi vida puedo mejorar para reflejar el amor de Jesús hacia los demás?