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Cómo superar la ira

DÍA 3 DE 3

Liberarse de la ira

La ira. Puede convertirse en el ruido de fondo de tu vida, transformándose en amargura, irritabilidad o resentimiento. ¿Cómo puedes soltarla y encontrar la paz? La ira en sí misma no es mala. Pero puede llevarnos a arremeter contra los demás, a aferrarnos a pensamientos negativos o a tratar a las personas de un modo que no merecen.

Podemos liberarnos de sentirnos controlados por nuestra ira y sus efectos negativos. Podemos aprender a procesar nuestra ira con Jesús y con los demás, y a sanar cuando recibamos la ayuda que necesitamos. ¿Cómo empezamos?

Primero, ponle nombre. Si has estado acostumbrado a ocultar tu ira a los demás, puede que tengas que analizar detenidamente las palabras que utilizas para expresarla. Quizá tiendes a decir: «No estoy enfadado; estoy molesto». O: «No estoy enfadado; estoy frustrado». O: «No estoy enfadado; la verdad es que no sabes aceptar una broma». O: «No estoy enfadado; solo déjame en paz». Reconocer el enfado es el primer paso, y si estás leyendo este devocional, ya has empezado.

En segundo lugar, permítete sentir tu enfado. Es un paso difícil, porque a muchos nos han dicho que la ira es pecado y hemos aprendido a reprimirla. Pero sentir ira forma parte de ser un humano sano que siente otras emociones como la pena y la tristeza. Tenemos que procesar nuestra ira. Esto requiere que examinemos por qué estamos enfadados. Recordar la injusticia, el abuso o la negligencia que desencadenaron nuestra ira es doloroso. Podríamos desear vengarnos, pero la Palabra de Dios nos previene contra esta tentación. Podemos perdonar entregando los agravios que nos han hecho a Dios, el Juez justo. Esto no es dejar a la gente libre de culpa; es dejar que Dios resuelva las cosas.

En tercer lugar, determina qué hay detrás de tu ira para poder abordarlo. ¿Qué miedo te ha llevado a confiar en la ira? ¿Qué mentiras has creído? Quizá te sientas rechazado, no seguro, no afirmado o invalidado. El diablo es el padre de las mentiras, pero no tienes por qué escucharle.

En cuarto lugar, procesa tus sentimientos con Dios y con los demás. Permite que Dios te consuele. Hazle saber tus preocupaciones y tu dolor. Las personas seguras pueden ayudarte a pensar en el pasado y en las formas en que te acostumbraste a emplear la ira como defensa. Pueden ayudarte a procesar tu dolor, afirmar tus sentimientos y darte nuevas experiencias de sentirte seguro y aceptado.

Por último, lucha por creer en la verdad y no en la mentira. En lugar de verter energía en guardar rencores, idear réplicas y tramar venganzas, busca la ayuda de Dios y su Palabra, que es «capaz de edificarte» (Hechos 20:32). Recuerda que Él te ama, te valora y es tu Protector. Puedes dejar atrás la ira no sana. Es posible. No tienes por qué seguir enfadado. Puedes ser libre.

Dios, creo que tú puedes sanar esta parte de mi vida. Ayúdame a superar mi ira. Quiero ser libre.

Para obtener más ayuda y recursos sobre cómo superar las luchas emocionales y de salud mental, consulta: resolutionmovement.org.

Día 2

Acerca de este Plan

Cómo superar la ira

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lan proporcionado por Ben Bennett y Resolution Movement. Resolution Movement ayuda a las personas a superar heridas y luchas con la verdad bíblica y la ciencia del cerebro para que puedan prosperar. Para más información, visita: https://resolutionmovement.org/

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