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El viaje de vuelta

Una verdad difícil de comprender a veces en nuestra fe es que la tierra no es nuestro hogar. No es el lugar al que pertenecemos. Aunque puede ser fácil olvidar esta verdad en nuestra vida diaria, mientras nos ocupamos de nuestros trabajos, familias e incluso aficiones personales, no debemos olvidarla. Mantener esta verdad en nuestra mente es esencial en nuestro caminar con Cristo.

Estamos en un viaje por carretera, un viaje y una expedición espiritual. Volvemos a casa, al Reino de los Cielos. A menudo me gusta llamarlo el "Strip espiritual de Las Vegas". Si conoces el Strip de Las Vegas, entenderás que es un camino con casinos, hoteles y atracciones a diestro y siniestro. Es una zona llamativa; es casi imposible no mirar lo que hay a tu alrededor, y puede ser aún más difícil no bajarse del automóvil y unirse a la diversión. Pero la "diversión" a menudo puede atrapar a la gente e incluso robarle. Entran en los casinos con miles de dólares y salen con las manos vacías.

Algo similar ocurre en nuestro camino de fe. A medida que Dios nos guía en nuestro viaje de regreso a casa, van a llegar distracciones. La mayoría se ven en la cultura de hoy. Ya sea inmoralidad sexual, venganza, o idolatría, están ahí. Si entretenemos estas distracciones, nos encontraremos atrapados en fortalezas, adicciones, y a veces la pérdida de nuestra alegría, paz, o incluso nuestra fe. Y la única manera en que podemos combatir y lidiar con ello es manteniendo nuestros ojos fijos en el Rey y Su Reinado.

Puede parecer una tarea aberrante, pero Dios te está pidiendo que hagas caso omiso de "Las Vegas espirituales" que te rodean y te centres en el reino que tienes por delante. Él quiere que hagas un impacto celestial en un mundo caído y que hagas este viaje de regreso a casa, habiendo afectado positivamente a otros en el camino. Él nunca dijo que sería fácil, pero sí prometió estar contigo, ir delante de ti, y quedarse contigo. No te distraigas, amigo mío. Tienes asuntos del reino de los que ocuparte.

Oración: Jesús, gracias por tu Palabra y por tu verdad. Te pido que me ayudes a mantener mis ojos centrados en ti, incluso cuando pueda no entender. Ayúdame a centrarme en ti y en los asuntos del Padre, no en los míos. Es tu voluntad la que debe hacerse en el mundo y en mi vida. Redirige mis pensamientos cuando se desvíen de ti y ayúdame a mantenerte en el primer plano de mi mente. En tu nombre te lo ruego, amén.