Libre de la ComparaciónMuestra

Libre del estrés

¿Sabias que una de las causas principales de estrés en tu maternidad podría ser la comparación?

Volviendo al inicio de este devocional te había compartido lo lejos que pensaba que estaba de la comparación.

Pensaba que simplemente era algo con lo que yo jamás tendría que lidiar.

Hasta que la casa no se veía como se suponía que se tenía que ver, después de pasarme el día entero limpiando y ordenando.

Sencillamente no lo estaba logrando.

Estaba al borde del estrés; me veía tentada a enojarme fácilmente, a perder la paciencia, y a quejarme. A ser una mamá con las cejas fruncidas todo el tiempo.

Decidí planificar, tomarme las horas de siesta para descansar y no para seguir pensando, me limite en compromisos.

Pero el estrés me respiraba en la nuca. Simplemente todo lo que estaba haciendo no era suficiente para mí.

Mientras oraba con voz bajita y desesperada:

Señor, conoces mi corazón mejor que yo. Algo nuevamente no esta funcionando correctamente ahí.

Casi puedo sentir al Señor diciéndome, ya que lo mencionas hija, y ya que me lo preguntas, te estás comparando.

Estaba sorprendida porque no me había percatado de cuanto daño me había daño con el simple hecho de caer en el juego de la comparación.

Quizás haya algo con lo que estés lidiando hoy de lo que no te hayas percatado; pero a Dios NADA se le escapa. Él conoce las profundidades de tu corazón como nadie, y desea rescatarte.

Por mi lado estaba lidiando con la comparación.

Tenía amigas que se veían muy contentas con la casa ordenada y limpia.. pero tenían alguien que las estaba apoyando con la limpieza en la casa.

Me estaba comparado con mujeres de la edad madura que habían criado muchos hijos y supieron mantener una casa impagable. Pero no tenían compromisos extras similares a los míos.

Es que nadie vive lo que tú estás viviendo. Nadie más tiene el esposo, los hijos, la casa, ni la vida que tú tienes. Y esa es la razón suficiente por la cual nunca deberíamos compararnos.

Fuimos creadas únicas, nuestra historia es única, nuestro propósito es único.

Claro que tenemos que estar dispuestas y deseosas de aprender, planificar, aplicar métodos y formas que se ajusten a nuestra realidad. Pero debemos limitar nuestra mente, no juzgar realidades que no conocemos; y no ser tan duras con nosotras mismas.

Estoy aprendiendo a dar lo mejor que puedo de mí en todas las áreas de mi vid: 'Haciéndolo todo de tal manera que glorifique a Dios. Desde levantar a niños que no quieren despertar, preparar sopa de verduras que no tendrán aceptación inmediata, y limpiar leche que ha sido desparramada por el piso recién limpiado.

He aprendido a dejar pendientes, porque hay niños en esta casa a quiénes mirar a los ojos y hacer cosquillas en momentos de tensión.

Recordemos a Marta estaba afanada como si no hubiera mañana por las tareas de su hogar. Pero Maria entendía que ya bastaba con el propio mal de cada día. Marta comparándose con su hermana a quién no dejaba que sus quehaceres le robaran el privilegio de estar con su Señor.

¡¡No seamos Marta!! Cultivemos la actitud del corazón de María.

María entendió que el presente no va a volver, que pasar tiempo con Jesús era prioridad. Así como lo debe ser para nosotras. Ocupadas en estar emocionalmente presente. Enfocadas en el cielo.

Diligentes, pero no afanadas.

Esforzadas, pero no estresadas.

Confiadas y descansadas al terminar el día.

Porque no tenemos que ser como la mamá que seguimos en Instagram, no tenemos que ser como nuestra abuela que crió muchos hijos y pensamos que pudo con todo (realidad que desconocemos); sino ser y hacer lo que Dios nos llamó a ser y a hacer.

Amar, servir y vivir una vida que glorifique a Dios.

Es una alegría para mi que hayamos podido transitar juntas este camino. Me encantaría conectar contigo, y que juntas sigamos escuchando la voz de Dios en nuestra maternidad.

Te espero en instagram @matherypy