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Renovando fuerzas

Durante la travesía de Egipto a Canaán, el pueblo de Israel pasó por muchos lugares sin poder realmente avanzar. Eso también nos pasa a nosotros, que podemos estar dejando pasar mucho tiempo sin verdaderamente avanzar en nuestra carrera, en nuestra vida en Cristo.

En un maratón muchos corren; sin embargo, solo aquellos con la condición física necesaria lo terminarán de forma exitosa. Los corredores no obtienen una buena condición física de manera instantánea. Han tenido que ejercitarse, probarse y mejorar poco a poco hasta lograr lo deseado.

¿Cómo te gustaría correr el maratón de tu propia vida? Como creyentes, necesitamos mejorar nuestra condición física poco a poco, día a día e ir viendo cómo crecemos en carácter, sabiduría y fe que nos lleven a la tierra prometida que Dios tiene para nosotros. Si corremos alejados de Dios, nuestra travesía se irá tornando más difícil, al avanzar se nos irá terminando el agua, la paciencia, las fuerzas, el ánimo y, en muchas ocasiones, terminaremos moribundos a mitad del camino sin rumbo y sin deseos de continuar.

Los israelitas que salieron de Egipto no pudieron disfrutar la tierra prometida, sino fueron sus hijos quienes la tomaron y la vivieron. ¿En cuánto tiempo llegarás a la tierra prometida que Dios te tiene preparada? Si pasa el tiempo y no sales de tus deudas, no perdonas a la persona que te lastimó, sigues preso en problemas matrimoniales o laborales, y te sientes atorado en tu vida; estás como los israelitas, dando vueltas sin avanzar a tu tierra prometida.

La forma de salir de ese estancamiento es acercándote a Dios. No solo de palabra, sino poniendo en práctica lo que Él dice en su Palabra. Es momento de atreverte a cambiar de hábitos, a perdonar y dejar que su presencia sane tu corazón. Cuando corremos de la mano de Dios todas las cosas se renuevan día con día, tal como sucedió con los israelitas en el desierto. Dios los alimentó todos los días durante el viaje, proveyó agua, descanso, seguridad, y en cuarenta años sus vestidos no se desgastaron.

Eso es lo que hace el Señor en nuestra vida, Él se encarga de renovar nuestras fuerzas, de fortalecer nuestras manos y nuestro ánimo para poder continuar la carrera de la fe y llegar a la meta, para ayudarnos a lograr la condición física necesaria en nuestra carrera de la fe. Pero nos toca a cada uno de nosotros disponernos y correr. Y solo los que corran podrán obtener el premio.

Pídele a Dios en oración:

Señor, ayúdame a tomar decisiones que me lleven a avanzar a la tierra prometida que tú tienes para mí.