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Pascua Día 2: No más esclavitud

El esclavo no tiene sueños, no puede elegir por sí mismo, no tiene vida. A veces dejamos que vicios, temores, el odio, el rencor, la soledad, la droga o el alcohol nos manejen la vida. Terminamos siendo esclavos de estas cosas que comienzan a destruir nuestra vida. Hoy en día, así como los judíos recordaban la liberación de su pueblo, nosotros debemos recordar en esta Pascua que Jesucristo nos hace libres de toda esclavitud y de toda atadura. Así como en las Pascuas judías debían de hacer un sacrificio de un cordero, así nosotros somos libres por el sacrificio del Cordero de Dios.

Quizás hasta ahora viniste luchando con alguna atadura: el odio, el rencor, la depresión, la ansiedad, ataques de pánico, relaciones no sanas, la pornografía, adicciones como el alcohol o las drogas, o el más desapercibido de todos: la religiosidad. Si identificas alguna de estas u otras ataduras en tu vida, este es el día para orar a Dios.

Lo primero es el arrepentimiento, es ese sentimiento en tu corazón que te dice que algo no anda bien, que estás yendo por el camino equivocado. No te dejes mover por la culpa, sino por un genuino arrepentimiento en el que decides que tu vida debe cambiar de una vez por todas.

En segundo lugar está la confesión. La Biblia nos enseña que si estamos arrepentidos y le confesamos a Dios nuestros pecados, Él puede perdonarnos. Y quiero decirte algo, Él QUIERE perdonarte y está esperando que te acerques con tu oración de arrepentimiento. ¿Cómo Jesús va a poder ayudarte si primero no le pides ayuda? Haz una pequeña oración, entrégale tu vida a Dios. Si nunca hiciste una oración de entrega te pido que repitas en voz alta lo que vas a leer a continuación: “Señor, te pido que me limpies. Límpiame de mis pecados, de mi pasado. Quiero ser una persona nueva, lléname con tu Espíritu Santo y guíame por el camino en el que debo de andar. Te entrego mi vida, mi familia, mis relaciones, mis sueños, mis finanzas, todo lo que soy es tuyo Señor. Quiero que en mi vida se haga tu voluntad y no la mía. Perdóname Señor y escribe mi nombre en el Libro de la Vida”.

Quiero felicitarte porque has dado un paso enorme en tu fe, el primer paso de rendirle tu vida a Cristo. Yo lo hice hace varios años y puedo asegurarte que es la mejor decisión que he tomado. Dios te hace libre y de ahora en más no estarás solo o sola. Cada problema o situación que enfrentes, tendrás a Dios de tu lado, guiándote y mostrándote Su amor.