¿Para qué estoy aquí?

Muchas personas en el mundo como filósofos, científicos, escritores y algunos otros intelectuales han tratado de responder a la pregunta: ¿Cuál es mi propósito? O, ¿para qué estoy en la tierra?

La respuesta de alguno de ellos está enfocada en nacer, crecer, reproducirte, esperar tener una buena muerte. Otros le añaden, dejar un legado, hacer cosas importantes, impactar la sociedad, seguir tus sueños, tus anhelos, tener éxito.

Pero la Biblia nos enseña que Dios tiene un propósito, podemos tener planes, sueños y anhelos, y está bien, pero no termina ahí.

Proverbios 19:21 dice:

"Puedes hacer todos los planes que quieras, pero el propósito del señor prevalecerá".

El rey David oraba y cantaba, "cumple tu propósito en mí" (Salmo 138:8). Si vemos por un momento la vida de David desde su inicio en la historia del Antiguo Testamento, era un simple pastor de ovejas, y aun así nos podemos dar cuenta que Dios estaba forjando carácter, habilidades de liderazgo, protección, entre otras cosas.

Sin embargo, también podemos imaginarnos a un David que cantaba y que había aprendido a tener comunión con el Padre Celestial. Había entendido que no importaban las circunstancia y el lugar en el que se encontraba, el iba a servir y agradar a Dios en todo momento, porque el Dios que es sobre todo iba cumplir su propósito en su vida.

Podemos hacer planes, pero el propósito de Dios se va cumplir en nuestras vidas.

El primer paso para conocer nuestro propósito es reconocer a Jesús como el Señor de nuestra vida, porque Él vino a la tierra para morir, y resucitar, y nos dio el libre acceso al Padre, con el fin de disfrutar el cielo en la tierra y aprender a vivir agradandole a Él, teniendo esa fe y confianza que lo que hacemos como para el Señor siempre trae un valor eterno.

En resumen, nuestro mayor propósito es conocer a Dios, y aun nuestros sueños, anhelos, metas, etc., son mejores cuando nos encontramos en el propósito de Dios.