Providencia divinaMuestra

El personaje menos pensado

Como todos nosotros, Zaqueo tenía un “PERO” (tú también lo tienes). Dice la escritura que era muy pequeño de estatura, y esto le impedía ver a Jesús porque una multitud de personas (más altas que él) se lo impedían.

Quiero que te pongas en los zapatos de Zaqueo, al ser tan odiado por la mayoría de los judíos, si es que emprendía con osadía la tarea de llegar hasta Jesús. Casi seguro que más de uno aprovecharía la situación para darle lo que merecía y mostrarle cuánto lo despreciaban.

Tal es así, que la palabra nos dice que fue corriendo por delante y fue allí donde se encontró con el personaje del cual quiero hablarles hoy: “El Sicómoro”.

El sicómoro es una planta. Alcanza aproximadamente 20 metros de altura y 6 metros de ancho, y posiblemente el árbol que estamos mencionando hoy llevaba varias décadas en ese lugar. Algunos dicen que el sicómoro que fue el usado por Zaqueo puede contemplarse aún hasta el día de hoy en Jericó.

Les invito a que, por un momento, pensemos juntos en esto: ¿Acaso creemos que ese árbol estaba ubicado en ese lugar por casualidad? Más bien, ¿no será que Dios lo preservó, cuidó y reservó para que Zaqueo tuviera el mejor escenario para conocer a Jesús? Este árbol que aparece en la escena, es casi como personaje de relleno en una obra de teatro, sin embargo, terminó como un instrumento clave para Zaqueo.

Podríamos pensar, ¿qué, hace muchas décadas, un hombre se levantó un día y esparció una semilla en medio de la ciudad? Me imagino el cielo suspendido por un instante, y Dios enviando ángeles para que custodien día y noche este pequeño brote, de todo insecto, pisadas, animales a fin de preservarlo para Sus propósitos; y que llegará un día a ser un árbol de gran estatura. ¿Te imaginaste alguna vez esto? Es algo maravilloso. No te pierdas el devocional de mañana.