Él nos entiende. ¿A quién amaba Jesús?Muestra

#3 Jesús amaba a los invisibles.

Pocas cosas se sienten peor que ser invisible.

Las personas invisibles son empujadas a las orillas de las multitudes. Nadie siquiera te ve. La falta de contacto visual de las personas lo dice claramente: «Tu voz no importa. Tú no importas».

Tal vez así es como te sentiste la vez que anduviste por un aeropuerto donde nadie hablaba tu idioma. ¿Cómo encontraste tu puerta de abordaje? Eras invisible a la multitud que iba de prisa. O tal vez has sentido la vergüenza de ser invisible porque tu cuerpo no encaja con lo establecido. O porque tus opiniones no hacen mella. O porque tu piel es diferente. Realmente nadie lo diría en voz alta, pero es lo que piensan cuando te dan una ojeada. Te das cuenta que no te están realmente viendo.

Toda esta invisibilidad llega a pesar. La ansiedad social se convierte en la norma. Esconderse. Aislarse. Distanciarse.

Sin voz. Sin contribución. Sin importancia. Sin significado.

Invisible.

En serio, así es como muchas mujeres probablemente se sentían en la época de Jesús. Y cada persona con alguna enfermedad: cáncer, lepra, epilepsia, discapacidades mentales; cada una de esas personas era marginada. En la época de Jesús, ¿qué carreras estaban en el peldaño más bajo de la escalera corporativa?: pescadores y pastores. Sin embargo, cuando lees cada relato de Jesús, ¿con quién lo ves pasando el tiempo? Con pescadores, pastores, mujeres y personas con problemas de salud.

Así lo quería Jesús. Aprovechó cada oportunidad que tuvo para atraer a los marginados y prestarles toda su atención. Él los veía. Él los escuchaba. Él los amaba de maneras en las que nunca habían sido amados. Nunca habían experimentado algo así.

«Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor». Las multitudes representaban a la gente que los líderes religiosos de aquel tiempo generalmente despreciaban.

Jesús tuvo compasión de la gente. Literalmente, compasión; Él cosufrió. Sintió como ellos sentían. Tenía una profunda ternura hacia quien estaba sufriendo. La compasión te motiva a esforzarte para aliviar el sufrimiento de los demás.

Jesús nos ejemplifica lo que significa ver a las personas, amarlas de una manera que las haga ser realmente vistas. El día de hoy, ¿puedes hacer que tu intención sea realmente ver a todos con los que te encuentres? Tómate el tiempo, la mayoría de las veces es todo lo que se necesita, para considerar cómo se sienten estas personas y sé delicado con ellas en lo que dices, o en la forma en la que actúas, o bien, considera lo que necesitan.

Podría ser la primera vez que realmente sean invitadas de la periferia a la vida verdadera.