Manejo Del DueloMuestra

“¿Dónde estaba Dios en todo esto?”

En nuestros momentos más oscuros, podemos vivir nuestras vidas llenas de resentimiento, pisoteando el suelo y agitando los puños hacia Dios con una furia acalorada y preguntándonos: "¿Dónde estaba Dios en todo esto?". O podemos poner nuestra fe en el señorío de Jesús sobre la vida y la muerte.

La razón por la que nos agitamos cuando Dios no responde de acuerdo a nuestros deseos, es que queremos que Dios actúe en el momento justo; queremos que haga lo que le pedimos; queremos manipularlo. Puede que no lo digamos con tantas palabras, pero esta es otra forma de decir, queremos ser Dios en lugar de dejar que Dios sea Dios. Por eso seguimos quejándonos cuando Dios no hace lo que le pedimos.

Todos queremos milagros en nuestras vidas. Los milagros son agradables; pero no resuelven nuestro problema más profundo. Sí, preferimos tener una vida agradable que miserable; preferimos vivir una vida normal que una tumultuosa. Pero al final, ninguno de nosotros tendrá tanto control como nos gustaría. Sufriremos pérdidas; enfrentaremos la muerte de nuestros seres queridos, nuestros hijos experimentarán dolor y desilusión; nuestras vidas no saldrán según lo planeado. La vida no resultará como la habíamos imaginado, esperado y anhelado.

“Una de las cosas que encuentras en las personas que no han sufrido mucho es que tienden a creer en el decoro”, escribió Dallas Willard. Él tiene razón. Necesitamos dejar de lado las ideas preconcebidas sobre cómo esperábamos que fuera la muerte de nuestro ser querido, y nuestro dolor.

Pero la belleza de todo esto es que Jesucristo ofrece algo más y mejor que milagros de salud y sanidad en este mundo. No tenemos que ser testigos de una resurrección, como sucedió con María y Marta. Tenemos la seguridad de que Dios está con nosotros. Podemos poner nuestra confianza en las palabras de Jesús que dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Recuerda que Dios no solo está llorando con nosotros. Él trae resurrección y vida de la muerte.

En el incidente de Jesús y Lázaro, Jesús es el verdadero milagro de la historia; Él es la respuesta final y definitiva a la oración. Él es la resurrección y la vida. No resucitación sino resurrección. No inversión sino renovación. Jesús venció el pecado, la muerte y el infierno.

Si creemos en Él, en historia bíblica, Juan señala que tendremos vida, vida real, permanente, abundante, sustancial, eterna. Si morimos, seguiremos experimentando esa vida. Pero incluso ahora podemos experimentar esa vida porque es más grande que la vida que conocemos y la muerte que tememos. "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”.

Entonces Jesús agrega: “¿Crees esto?”. Esta es la pregunta que debemos hacernos en lugar de "¿Dónde estaba Dios en todo esto?".

La respuesta a esta pregunta es que Él estuvo y está con nosotros, ofreciéndonos Su vida de resurrección. ¿Aceptarás su oferta y experimentarás una nueva vida en medio del dolor?

Cita: “Cuando el dolor y el sufrimiento nos sobrevienen, finalmente vemos no solo que no tenemos el control de nuestras vidas, sino que nunca lo hemos tenido” (Timothy Keller).

Oración: Señor, te agradezco por ayudarme a comprender que en los momentos en que cuestioné tu presencia, estuviste muy cerca. Ayúdame a ver y creer esto. Amén.