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Liderazgo y humildad

¿Quieres ser un líder? En casa o en tu lugar de trabajo, escuela, vecindario o familia; dondequiera que estés, Dios quiere usarte para influenciar a las personas. Liderazgo es influencia y la influencia requiere sacrificio. Amy Carmichael, una gran misionera en la India dijo una vez: «Puedes dar sin amar, pero no puedes amar sin dar».

Nos encanta hablar sobre el liderazgo de servicio y ser humildes en el mundo de hoy. Decimos que las figuras deportivas y las celebridades deben ser humildes. Esa es realmente una mentalidad cristiana muy occidental. Si retrocedieras en la historia, cuando Jesús estuvo en la Tierra, encontrarías que las culturas dominantes en Europa, los griegos y romanos, no asociaban el liderazgo con la humildad.

Los griegos creían en la filosofía. Los maestros se paraban en el stoa, palabra griega para pórtico específicamente el de Atenas, donde enseñaban los estoicos. Su enseñanza, filosofía, riqueza y sabiduría los convirtieron en líderes. Los romanos, por el contrario, fueron militares conquistadores. Vencieron e impusieron su liderazgo a sus súbditos; enseñaron que era su fuerza lo que los convertía en líderes.

Cuando Jesús vino enseñaba que «es mejor servir que ser servido». Él lavó los pies de sus discípulos y montó sobre el lomo de un burro. No tenía lugar para recostar la cabeza. Él no tenía gran riqueza ni poder militar, sin embargo, trastornó el mundo. ¿Por qué? Por su humildad, así como su sacrificio. No dijo «mío», él dijo: «Dios, hágase tu voluntad. La tuya».

Una de dos, o serás humilde en la vida o serás humillado en la vida. Quiero empezar de rodillas. Quiero ser humilde, no ser humillado. La Biblia nos dice que aquí habrá un momento de humildad en algún punto cuando todos adorarán a Jesús. Con el liderazgo de Jesús, todo se trata sobre el corazón. Él trastorna las cosas.

Señor, por favor ayúdame a tener la actitud de humildad que tú mostraste.