El Frasco de Alabastro Muestra
Dando Todo
Seis días antes de la Pascua, y cinco días antes de la crucifixión de Jesús, Jesús fue a Betania, la casa de Lázaro, a quien Jesús había resucitado de los muertos. Le prepararon una comida. Lázaro estaba ahí y Marta servía la comida. Esa noche, María trajo un perfume muy costoso, el cual estaba hecho de nardo puro — quizás el mismo aceite para ungir que había usado para ungir a Lázaro mientras yacía muerto en la tumba. Precipitadamente, rompió el cuello del frasco de alabastro. No tenía la mínima intención de quedarse con algo.
Inmediatamente, la fuerte y exótica esencia invadió su olfato y se arrodilló, tal como lo había hecho cuando ella lloró a los pies de Jesús frente a la tumba de Lázaro. Se sentó a los pies del maestro — su maestro — el hombre que la escogió y la amó, que había resucitado de los muertos a su hermano. María realizó un acto profético y ungió a Jesús para su sepultura que sería seis días después.
Lentamente, como nunca, se soltó el cabello.
Las mujeres judías se amarraban el cabello y lo cubrían — la única persona que podía verlo descubierto era su esposo. Al enjugar los pies de Jesús con su cabello, ella estaba diciendo a todos: 'Jesús es como mi esposo'. Suavemente secó los pies de Jesús con su cabello; como si el tiempo se detuviera, mientras toda la casa se llenaba de la fragancia del perfume, esta mujer le dio a Jesús todo lo que tenía. No solamente le dio el costoso perfume, probablemente lo más costoso que su familia poseía, sino que también se dio a sí misma.
Ella estaba completamente deshecha.
Una vida ofrendada; dando todo.Escrituras
Acerca de este Plan
Una vida ofrendada. Vemos un ejemplo de esto en María, quien ungió a Jesús (Juan 12: 1-8). En estos próximos 5 días, hagamos lo que María hizo y rompamos el frasco de alabastro, para que podamos ser llenos de la fragancia de Jesús.
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