El Frasco de Alabastro Muestra

Ya Apesta

Oímos hablar nuevamente de María porque ella y Marta mandaron a avisarle a Jesús que su hermano Lázaro estaba enfermo. El relato está en Juan 11:

“Cuando Jesús llegó, encontró que Lázaro ya había estado en la tumba por cuatro días… Cuando Marta oyó que Jesús venía, ella fue a buscarlo, mientras que María se quedó en casa… Marta y Jesús hablaron. Luego ella regresó y llamó a su hermana María, y le dijo en privado, ‘El maestro está aquí y te llama.’ Y cuando ella lo oyó, ella se levantó rápidamente y fue a él… Cuando María llegó a donde estaba Jesús y lo vio, se arrodilló a sus pies y le dijo: ‘Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.’ Cuando Jesús la vio llorar, y a los judíos que la acompañaban también llorando, se inquietó mucho en el espíritu y se conmovió profundamente. Él dijo: ‘¿Dónde lo han puesto?’ Ellos le dijeron, ‘Señor, ven y ve.’ … Jesús comenzó a llorar.”

Jesús amaba a María.

Solo podemos imaginar la intensidad y la pasión de este encuentro; María quebrantada en su sufrimiento, Jesús quebrantado al ser testigo de su dolor. En esto, apenas se nos permite un vistazo del corazón roto de nuestro Dios por el sufrimiento que existe en nuestro mundo y su disposición de estar con nosotros en nuestro dolor. Él es, y siempre será Dios con nosotros, en el lugar de mayor necesidad. Ore hoy por el sufrimiento de nuestro mundo y agradezca a Dios porque está con nosotros.