[Singularidad de Cristo] El registro único de JesúsMuestra

«Yo soy la resurrección y la vida»

Mientras Jesús estuvo en la Tierra, demostró que Él era y es, el Hijo de Dios. Él no era solo otro profeta, sino el Mesías del que hablaban los profetas. Él fue el cumplimiento de las profecías en las Escrituras Hebreas. Desde entonces, Él ha cambiado completamente las vidas de aquellos que creen en Él.

El propósito de Jesús era restaurar la relación entre las personas y Dios salvándonos del pecado que nos había esclavizado. Dios dispuso que Jesús, que no tenía pecado, se volviera como nosotros para que pudiera morir en nuestro lugar para pagar por nuestros pecados. No había otra manera. Jesús tuvo que hacerlo para salvarnos legalmente. Este registro único en nuestra historia humana es tan único e irrefutable que a todos los que creen en Jesús se les da la seguridad de la salvación.

Sin embargo, la obra de salvación de Jesús no se detuvo allí. Tres días después, venció a la muerte, de una vez por todas, a través de Su resurrección.

La resurrección de Jesucristo es otro evento en el registro único de Su vida. A través de ella, Jesús demostró Su poder e identidad. Sin la resurrección, todo lo que las Escrituras declaran de Jesús no sería cierto. Sin embargo, la resurrección de Cristo es otro registro irrefutable de que, de hecho, Jesús es el Hijo de Dios que nos salvó del pecado y la muerte.

El Cristo resucitado no solo se apareció a uno o dos de Sus discípulos; se apareció a diversas personas en diferentes momentos para que pudieran presenciar y verificar la realidad de que Él era el Hijo de Dios, el Mesías. Cristo está vivo. La muerte no podía detenerlo, como lo predecían las Escrituras.

Jesús no pasó a la historia solo como un hombre notable. Su registro dice que Él murió por nosotros y que está vivo, que Él está cerca de nosotros, que nos ama inmensamente y está interesado en nuestras vidas y nuestro destino eterno. Tenemos acceso al Padre, perdón de nuestros pecados y la promesa de vida eterna a través de Él.

Muchos fueron testigos de este hecho único. Los ángeles que hablaron a las mujeres en la tumba testificaron que Él había resucitado. Sus discípulos más cercanos, los viajeros en el camino a Emaús y muchos otros seguidores de Jesús lo vieron completamente vivo al tercer día después de u crucifixión. Tomás verificó que Jesús había resucitado cuando tocó sus heridas. No podía haber duda de que el Jesús con quien caminaron, comieron y viajaron fue el mismo que fue crucificado y que se presentó vivo frente a ellos.

Gracias Señor, por Tu Hijo Jesucristo y Su resurrección. Hoy tengo la certeza de que Él está vivo, que me escucha y me ve, que puedo tener una relación con Él, que Su muerte conquistó el pecado, y que para todos los que creen en Él y en Su resurrección, hay una promesa de vida abundante en la tierra y vida eterna con Él.