Elías, Hombre De Valentía, Hombre De Fe, Hombre De DiosMuestra

“Al verse en peligro, Elías huyó para ponerse a salvo. Se fue a Berseba, en la región de Judá, y allí dejó a su criado. Se internó en el desierto y, después de caminar todo un día, se sentó a descansar debajo de un enebro. Con deseos de morirse, exclamó: «Señor, ¡ya no puedo más! ¡Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados!»” (1 Reyes 19:3-4 RVC).

La fortaleza y fe de Elías colapsan

Tan pronto como la reina Jezabel oyó lo que le había ocurrido a los profetas de Baal, envió un amenazador mensaje a Elías. ¡Está determinada a matarlo! Cuando Elías oyó esto, colapsó. Huyó 200 kilómetros hacia el sur (un día de viaje por el desierto), se desesperó y le pidió a Dios que lo dejara morir. Este profeta que se puso en pie ante el rey y todo el pueblo contra 850 sacerdotes de un ídolo, ahora se esconde debajo de un enebro, asustado y sin esperanza.

Hay más ocurriendo aquí que el cansancio mental después de un evento impresionante. Elías olvidó confiar en Dios. Él miró a las circunstancias y amenazas humanas, no a su Dios todopoderoso.

Lo mismo le ocurrió al Apóstol Pedro siglos después. Al ser invitado por Jesús, caminó sobre el agua, pero al mirar al viento y las olas a su alrededor, comenzó a hundirse. Jesús tuvo que tomarlo de la mano y subirlo al bote.

Elías va por el camino equivocado aquí. Había perdido su camino espiritual. Huyó por su vida, pero ahora solo quería darse por vencido y morir.

¿Alguna vez te has sentido completamente derrotado? ¿Qué haces en esos momentos?