¡Tú, Reverdece!Muestra
Su sangre y Su gracia
La sangre de Cristo no es cualquier sangre, tiene un poder incalculable. Cuando conocemos, entendemos, y usamos ese poder en nuestra vida y en la vida de otros, podemos entender Su gracia y la verdad de que somos hijos de Dios. Esto nos va a llevar a reverdecer y a vivir por lo que realmente somos: reyes, profetas y sacerdotes del Reino. Entonces, como herederos, reclamamos las riquezas y los beneficios del Reino de Dios que nos pertenecen.
La sangre de Cristo está disponible para ti, con el propósito de limpiarte de todo pecado y de toda maldad las 24 horas, los 7 días de la semana. Esta maravillosa sangre tiene muchos beneficios (Lee Isaías 53:5), pero lo que más me impacta es que por ella somos redimidos de la mano y del poder del diablo; somos liberados del derecho legal que tenía el diablo sobre nosotros por medio del pecado. Por eso, es importante confesar nuestros pecados, pedir perdón y limpiarnos continuamente con la sangre de Cristo. Efesios 1:7 dice:
“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de Su Gracia” (Énfasis añadido).
Igualmente, por la sangre de Jesús, somos justificados, es decir, hechos justos, como si nunca hubiéramos pecado. Romanos 5:9 dice:
“Pues mucho más, estando ya justificados en Su Sangre, por él seremos salvos de la ira”.
La sangre de Cristo, no solo nos limpia de todo pecado, sino que también se lleva toda culpa de nuestra mente. Es esa preciosa sangre de Jesús que limpia nuestra conciencia de toda culpabilidad, vergüenza, falsa identidad, pecado y nos hace libres en cuerpo, alma, mente y espíritu para servirle. Hebreos 9:14 dice:
¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Satanás quiere que estés cargando culpa, que estés derrotado, creyéndote que eres esclavo, que no mereces una segunda oportunidad, que nadie te ama, y que ni Dios mismo puede perdonarte. Pero, ¿sabes qué? Cristo Jesús fue el sacrificio perfecto que llevó toda tu culpa, y hoy te dice: “¡Ya basta! No te corresponde más llevar la culpa, suéltala, perdónate y olvida el pasado”.
Él te dice hoy: “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad” (Isaías 43:19).
El fracaso no es el fin de tu historia; por el contrario, es la puerta para experimentar Su gracia restauradora, y comenzar a reverdecer.
Reflexiona:
En tu momento de intimidad con Dios, toma un lápiz y un papel. Comienza a responder cada pregunta y permite que Él, por Su Espíritu Santo, susurre a tu corazón Su respuesta para ti.
- ¿A qué recuerdo del pasado te has aferrado que sabes que debes rendir ante Dios?
- ¿Qué sentimiento de culpa o vergüenza has albergado que sabes que ya Cristo te perdonó?
- ¿Qué pecado debes confesar a Dios y soltarlo para que puedas reverdecer en él?
Acerca de este Plan
La gracia de Dios sobre nuestras vidas es la única que nos hace reverdecer. Cambia nuestra identidad, nos hace herederos en Dios y partícipes de la vida eterna en Cristo Jesús. Por medio de este plan devocional, verás cómo Dios quiere que reverdezcas en cada proceso, estación, y temporada de tu vida. ¡Prepárate para reverdecer!
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Nos gustaría agradecer a Naiza Chinea Aponte por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://www.instagram.com/naysalynn/