[RUT] Reconoce la relación de pactoMuestra

El primer pariente cercano

¿Alguna vez alguien te ha dado un abrazo sin saber que realmente lo necesitabas? ¿O te dijo algo que realmente necesitabas escuchar? Bueno, ¡allí mismo está obrando la gracia de Dios en tu vida! Eso es precisamente lo que Rut había estado experimentando después de un reconocimiento mutuo entre ella y Booz, de la relación de pacto que compartían.

Rut había estado cosechando en los campos de Booz. Cuando llegó la hora de comer, Booz le dijo que viniera y se sentara con él y el resto de los segadores, que comiera algo de pan hasta que estuviera satisfecha. Rut incluso podría llevarse algo de pan para Noemí, un ejemplo de la generosidad de Booz fluyendo hacia Rut y finalmente a Noemí.

Cuando Rut se levantó y volvió a espigar, Booz ordenó a los hombres que la dejaran recoger incluso entre las gavillas sin reprochárselo y que deliberadamente dejaran caer grano de sus paquetes para que ella lo recogiera.

Las acciones de Booz nos muestran su carácter. Saludó a la gente, se sentó con ellos y les extendió su gracia. ¿Te recuerda a alguien?

Booz logró satisfacer las necesidades inmediatas de Rut de recibir generosidad, la necesidad física de alimento, la necesidad emocional de seguridad y la necesidad espiritual de satisfacción de bendiciones abundantes al permitirle recoger en las gavillas sin reprenderla y obtener lo mejor de la cosecha.

Esto es lo que hace la gracia: Satisface una necesidad que no podemos cubrir nosotros mismos y nos permite experimentar un favor inmerecido.

La gracia abre la puerta para una relación más íntima con Dios, nuestro Dador de gracia. Reconocer la gracia que recibimos es crucial para comenzar una relación apropiada con el Señor y darle el agradecimiento apropiado. Rut entró en la gracia y la reconoció, lo que abrió la puerta para una relación más íntima con su dador de gracia, Booz, quien es una sombra de Cristo.

La gracia es contagiosa, se transmite de una persona a otra y no puede ser contenida. Dios bendijo a Booz, quien luego agració a Rut, quien hizo lo mismo con Noemí. Rut satisfizo las necesidades de Noemí y la hizo tan feliz que tuvo que preguntar quién la había bendecido tanto.

Al igual que Noemí, cuando las personas ven evidencia de la gracia de Dios en nuestras vidas, siempre preguntarán acerca de la Fuente de esa gracia. Esa es nuestra oportunidad de hablarles de Jesucristo. La gracia en nosotros no puede más que reflejar a Jesucristo, cuya bondad es verdaderamente contagiosa. No podemos evitar, por agradecimiento, contarles a otros acerca de este Dador de gracia en nuestras vidas.

¿Cómo fluye la gracia de mí hacia los demás?