Con pies descalzos para volver a calzar.Muestra

Caminando hacia la conquista

La Biblia nos relata en Josué 5 y 6, que luego de la muerte de Moisés, Josué fue escogido por Dios para dirigir al pueblo de Israel. En la conquista de la tierra prometida, Dios mismo le dio promesa de victoria y autoridad. Le exhortó a que se esforzara y que fuera muy valiente. Dios le prometió que no lo abandonaría ni lo desampararía. También le ordenó que no se apartara de su boca el libro de la ley de Dios dada por Moisés. Cuando Dios nos llama a algo nuevo, ya sea a una nueva temporada, a un nuevo reto o un nuevo desafío, no debemos olvidar que Él nos acompañará en la travesía.

De inmediato, al escuchar la voz de Dios, Josué convocó a todo el pueblo para comunicarle la palabra que Dios le había dado. El pueblo aceptó el llamado de Josué y se comprometió a seguirlo, como lo hicieron con Moisés. Pero Josué y el pueblo tenían que cambiar de sandalias. Durante más de 400 años ellos habían calzado sandalias de esclavos. Ahora, Josué y el pueblo calzarían sandalias de “conquistadores”.

El pueblo se encontraba frente a una ciudad que era pagana. Ésta sería la primera de muchas en conquistar. Por lo tanto, debía ser conquistada con sandalias de santidad, obediencia y alabanza. Ellos debían recordar que la tierra conquistada le pertenecía a Jehová, el único Dios verdadero.

Cuando entramos al lugar santo de relación con Dios, desnudamos nuestros pies y hay cambio de calzado. Lo que logramos poseer o alcanzar sigue siendo propiedad de Dios. Por lo tanto, la santidad, la obediencia y la adoración son requisitos en los conquistadores del reino.